¿EN QUE SE DISTINGUE EL SIGNO PEIRCEANO DE LAS OTRAS CONCEPTUALIZACIONES DEL SIGNO?

El signo saussureano como el signo hjelmsleviano y, a continuaci¢n, la concepci¢n greimasiana de las estructuras narrativas (concebidas como una expansi¢n de estructuras profundas elementales establecidas en el cuadrado semi¢tico) se construyen todas sobre el modelo di dico (o binario). La única estructura formal a la que se recurre fundamentalmente es el par opositivo y se trata de alcanzar la complejidad mediante una red de tales pares. El formalismo que está en la base de la semiótica peirceana es en sí mismo, básicamente, triádico (o ternario): lo constituyen tres elemementos, que evidentemente mantienen relaciones binarias cuando se los considera dos a dos "olvidando" el tercero, pero también y sobre todo, una relación tal que uno de ellos es realmente la unión de los otros dos. En este sentido, los dos modos de pensamientos son irreducibles el uno al otro.

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Roland Barthes se interrogó acerca de la validez del binarismo y acerca de su aptitud para dar cuenta plenamente de la complejidad de los fenómenos de la significación. Su universalidad no le parece segura, por no estar suficientemente fundamentada, a punto tal que se pregunta "si no se trata de una clasificación a la vez necesaria y transitoria: el binarismo también sería un meta-lenguaje, una taxonomía particular destinada a ser arrastrada por la historia, de la que habrá sido un momento puntual" (cf. Elementos de semiología. III 3-5). En efecto, puede dudarse de que todo fenómeno y particularmente todo fenómeno de significación pueda describirse con la ayuda de una red de pares opuestos. Todo el pensamiento dialéctico niega esta aserción y pensamos que el pragmatismo se inscribe también dentro de esta insuficiencia del pensamiento binario para describir la complejidad. En un modelo de inteligibilidad, tomar en cuenta los fenómenos de significación impone dialectizar las relaciones binarias que mantienen los elementos opuestos, al situarlos en la historia social, para articularlos con las particularidades de lo vivido, la cual se sitúa siempre en los universos perceptivos y psicológico. La dialéctica sería una especie de recurso al que se acude para resolver las antinomias de los modelos binarios inadaptados a los fenómenos que pretenden describir. Por tanto, debe incorporársela directamente en el modelo mismo y el instrumento de esta incorporación en el plano formal es, precisamente, la tríada. En este sentido hay que considerar el interés de Peirce por el pensamiento hegeliano, aún cuando sus reservas son tan importantes, si no más, que las formuladas por Marx. Al respecto escribe: "Todo mi método aparecerá en profunda contradicción con el de Hegel; rechazo su filosofía in toto. No obstante, tengo una cierta simpatía hacia ella y pienso que si su autor hubiese prestado atención a algunos aspectos muy poco numerosos de su sistema, hubiese llegado a revolucionarlo". (Escritos acerca del signo, 1-368).

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