Hasta aquí todas nuestras consideraciones acerca de los signos
se refieren a signos interpretados, es decir a aquellos cuya acción
produjo un resultado que consiste en la presencia de un determinado
objeto en la mente de un intérprete. Ahora bien, la base de nuestra
modelización consiste en la idea, según la cual una parte de la
"molécula fenomenologíca" del objeto se reencuentra en la "molécula" del
signo y en esto consiste su conexión. Esto puede ser una pequeñisima
parte de la forma del objeto que así se comunica, una parte que puede
reducirse a una sola cualidad de sentimiento (es el caso, por ejemplo,
de una mancha de pintura accidental sobre una prenda y acerca de la cual
nos preguntamos de dónde puede provenir). Al final del proceso de
interpretación, hay en la mente un objeto netamente más complejo; su
"molécula" incorpora la parte que le fué comunicada. El proceso de la
significación consiste entonces en reconstruir la molécula del objeto
que se conecta o conectó a la del signo a partir de uno de sus
fragmentos. Se trata de una especie de investigación de la cual en la
mayoría de los casos no somos concientes en la vida cotidiana pues su
repetición a cada instante creó en nosotros hábitos de interpretación
casi instantáneos.
Esto no impide que este proceso merezca
estudiarse y describirse. Sólo puede ser inferencial puesto que se trata
de determinar un todo por medio de una de sus partes. También será
contextual puesto que las circunstancias de la interpretación y de la
producción, que son las más conocidas, actúan también como guías para
llegar más rápidamente a la conclusión.
Indice de la zona roja. Recorrido aconsejado.