¿QUE ES LA ILUSION REFERENCIAL?

La pregunta se plantea desde que se aborda, por una parte, las relaciones entre la obra y el mundo real y, por otra, las marcas de la presencia en la obra de esta otra realidad que constituye la instancia de la enunciación. Dicho de otro modo, si la obra no es real, remite a aquella y es un momento de su conocimiento. Esta ilusión de lo real se produce mediante los signos icónicos, soportes de las analogías y por los signos indiciales que dirigen la atención hacia los referentes.

Recorrido aconsejado.



 
 

PARA SABER MAS...
 
 
 
 

1. La posición de los semiólogos.

Los problemas de la mímesis, particularmente en el teatro donde los efectos de realidad son sin duda los más evidentes, ocuparon a los semiólogos estructuralistas a partir de los trabajos de los formalistas rusos y de la Escuela de Tartu (Iouri Lotman, 1973). El teatro no es una imitación de la vida, la obra no es la copia de la realidad ("Esto no es una pipa" decía Magritte, titulando su cuadro). Los semiólogos asimismo se ven inducidos a "desconfiar" en alguna medida de esta "ilusión", a veces inclusive a denunciarla y a poner en marcha los medios de impedirle su aparición (cf. el teatro de Brecht, la "semioclastia" de Barthes).

Entre los greimassianos, la palabra "ilusión" cobra todo su sentido ya que para ellos es ilusorio querer salir "del universo cerrado del lenguaje". Así dice el diccionario: "Las dos referencias mediante las cuales se busca salir del universo cerrado del lenguaje, engancharlo con otra exterioridad la referencia al sujeto (en el momento de la enunciación) y la referencia al objeto (el mundo que rodea al hombre, en tanto que referente), finalmente sólo se llega a producir ilusiones: la ilusión referencial y la ilusión enunciativa". A tal punto que hablan de "simulacro de referente externo" cuando se trata de referencializar al enunciado.

Los procedimientos de referencialización del enunciado son los siguientes: actoralización (los actores), espacialización y temporalización los que constituyen el anclaje histórico del discurso por medio de un conjunto de indicios (topónimos y cronónimos) mientras que la referencia a la enunciación se produce mediante el embrague.
 
 

2. La posición peirceana.

La teoría impide también considerar a los signos, es decir a la obra, como una simple copia de lo real, por el contrario, la obra es "una puesta en signos" del mundo real. No se trata entonces de producir un simulacro de lo real sino de remitir a él.

Los signos remiten a lo real convocando a la experiencia del lector, del espectador, del oyente a propósito de objetos sobre los que se llama la atención por medio de los índices.

Los signos aportan el conocimiento de lo real dando informaciones (papel de los íconos que aportan las analogías).

Peirce subraya el papel de los índices en el efecto de lo real lo que retoma R. Jakobson: "Poner el pensamiento en relación con una experiencia particular, ... forzar al lector o al oyente a mirar más allá... inducir al lector o al oyente a compartir la experiencia del locutor mostrándole aquello de lo que se habla" (Peirce).

"Palabras (los embragues) que son signos indiciales, es decir signos que están en relación existencial con el objeto que denotan y remiten a él independientemente de quien lo interprete" (R. Jakobson).

En cuanto al papel de los signos icónicos, es aquél que siempre pareció evidente, pero aún hay que superar las similaridades debidas a las imágenes para tomar en cuenta otras semejanzas que proceden del ícono-diagrama y del ícono-metáfora .
 
 

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