Configurar un sistema de signos más o menos autónomo con la
semiótica peirceana es categorizar cada uno de sus signos a partir de lo
que hace, es decir según su modo de acción y el resultado de esa acción
en la mente de un intérprete considerado como un producto social. Esas
categorías están, por construcción, provistas de una organización formal
(por ejemplo el reticulado de las clases de
signos), su organización importa por tanto al campo estudiado y en
esto reside su valor cognitivo. Así, para retomar algunos ejemplos
simples, el método semiótico peirceano aplicado a una aserción
cualquiera enunciada en la vida cotidiana como "el gato come al ratón" o
"Pedro da un libro a Pablo", da a esos hechos lingüísticos una forma particular, mientras que el cartel de la ruta "Atención con
el fuego" toma la forma establecida anteriormente.
Puede oponerse en cada caso las formas de descripción de esos
conjuntos de signos (lingüísticos y visuales de esos ejemplos) a otras
descripciones producidas por saberes existentes. En los hechos
lingüísticos la gramática separa sujetos, verbos, complementos, etc...
categorías que se determinan por su función en el interior del sistema
global de la lengua. En el caso de los signos visuales se los puede
oponer al discurso semiológico que convierte, con anterioridad, los
signos visuales en texto aplicándoles categorías lingüísticas. En cada
caso se podrán detectar adecuaciones (por ejemplo los pronombres
demostrativos son todos legisignos indiciales remáticos), separaciones
(por ejemplo, el análisis peirceano, al no ser un análisis en partes,
toma en cuenta elementos que no son aislables en un texto o una imagen)
y algunas veces hasta podría llegar a la inconmensurabilidad de las
conceptualizaciones. Por ejemplo, si el significante saussureano
concuerda bastante bien con el signo peirceano, queda claro que su
significado no puede coincidir con el objeto del signo peirceano salvo
que se trate de un legisigno cuyo objeto es un concepto general para un
intérprete completamente informado de la ley de correspondencia.
Sin embargo, en todos los casos, dado que los fundamentos del análisis
peirceano se sitúan en la fenomenología (los modos de ser de las cosas,
es decir sus capacidades para vincularse a otras cosas, es lo único
tomado en cuenta), no puede si no hacer resaltar, ya bien la importancia
de ciertas relaciones ya detectadas de manera empírica, ya bien el
olvido o el rechazo de otras determinadas. Esto sólo puede enriquecer el
debate acerca de la significación y hacer progresar al conocimiento de
esos fenómenos. Tampoco hay que olvidar que el modelo de análisis y la
metodología pueden afinarse casi a pedido, lo
que permite profundizar el debate conplejizándolo al grado necesario.
Indice de la zona roja. Recorrido aconsejado.