El nombre propio tiene un estatuto original ya que es un signo completo. Según R. Barthes es "el príncipe de las significaciones".
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PARA SABER MAS...
1. En principio funciona como un signo indicial ("un índice") ya que permite individualizar, singularizar sujetos del discurso. Es un signo que mantiene con su objeto relaciones reales, independientes de toda convención al menos en su origen, en el momento de su constitución como signo.
2. En segundo lugar funciona como signo simbólico en la medida en que se puede representar una clase de seres; aquí se sobreimpone una convención por uso sobre la relación original que mantiene con su objeto. De este modo, si no constituye un embragador puro (un índice remático) que se conforma con "mostrar", bien puede alcanzar esta generalidad. Proust, en un onomástico, estudia esta cualidad del nombre propio. Barthes observa que los nombres prousteanos presentan (existan o no existan) una "plausibilidad francofónica"... su verdadero significado en Francia (o "franceidad")... así como también pueden remitir a significados más particulares, como la provincia o la clase social". Por un lado el paradigma de los Guermantes, Laumes, Agrigente, por el otro, el de los Verdurin, Morel, Jupien...
El nombre propio produce efectos que sobrepasan al individuo singular.
3. Finalmente funciona como un signo icónico. Contrariamente a la mayoría de los nombres comunes, es un signo ampliamente "motivado", un ícono, es decir que tiene cualidades (o configuraciones de cualidades) en común con su objeto (ver preguntas 47 a 77). Esta motivación es la que hace a su originalidad y que explica su funcionamiento en tres niveles jerarquizados coherentes: ícono- índice dicente - símbolo dicente.
Es de destacar que, sin duda, en razón de su funcionamiento complejo el nombre propio puede volverse un nombre común y funcionar entonces como un símbolo puro, designando no a un individuo particular sino a toda una clase de seres: un harpagon, un tartufo, un gargantúa, un zorro; (renard), un hércules ... y por qué no un dandin, un scapin o un alceste.
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