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ES1B5 : Inquisición y sociedad en Sevilla (1560-1700) (Ens. à distance)

INTRODUCCIÓN


R. Alemán, toma de Granada, 1492 (catedral de Toledo)
Toma de Granada, 1492. Escultura de Rodrigo Alemán, Catedral dde Toledo

A finales del siglo XV, la Reconquista estaba finalizándose. Fue el momento en que se plasmaba un proyecto político nuevo en la península ibérica. España era entonces el país de Europa en el que existía la mayor comunidad judía, estimada a varios centenares de miles de de personas. Se les añadía une comunidad musulmana aún numerosa : el último reducto musulmán en caer entre las manos de los reyes cristianos era el reino de Granada y en los territorios reconquistados en 1492

parte de la población siguió sus ritos islámicos (los mudéjares). La población cristiana, era mayoritaria, pero los reinos de Castilla y Aragón estaban debilitados por años de guerras civiles y de luchas de bandos nobiliarios. La existencia de tres comunidades en el mismo territorio, regidas por un poder político cristiano aun vacilante representaba a ojos de los contemporáneos una amenaza para la paz pública, con riesgos de aparición de nuevos bandos, de fuerzas centrífugas, susceptibles de debilitar la Corona. El Estado multiconfesional (con diferentes confesiones), heredado de la Edad Media, no resisistió al proyecto político de los Reyes Católicos de crear un Estado fuerte, que utilizaría la religión como elemento de definición del sentimiento nacional.

El matrimonio de los « Reyes Católicos » en 1469 entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón había representado una nuevo giro para la península : mediante esta unión dinástica aparecía un destino nuevo para España y la fecha de 1492 iba a ser altamente significativa a este respecto : marcaba en efecto


1. la apertura hacia Europa y el Atlántico: con el descubrimiento de América, España ya no solo heredaba de Aragón el control del Mediterráneo, sino que se lanzaba a la conquista de un continente entero para evangelizarlo y explotar sus riquezas. El centro de gravedad de España a partir de entonces se desplazaba hacia el Atlántico a la vez que ésta se convertía en la principal suministradora de las riquezas del nuevo mundo.

2. la unificación nacional : bajo su reinado se lanza la ultima ofensiva contre Al Manzor, último rey musulmán de Granada : el territorio español estaba reunificado por primera vez desde la entrada en 711 de las tropas bereberes al mando de Tariq. En este gran conjunto que era la península (salvo Portugal) Castilla iba a cobrar mayor protagonismo mientras que Aragón entraba en decadencia.

3. la unificación religiosa : El mismo año 1492 en que se publicaba la primera gramática del castellano (gramática de Nebrija), se expulsaba a los judíos de España. Dos elementos sin relación a primera vista pero altamente simbólicos. Revelaban el auge de la unificación nacional : el desarrollo de la lengua castellana, que se impondrá como la de administración, era el fermento que reunía pueblos cristianos muy dispares a niveles de la lengua, de las instituciones y de las tradiciones ; la expulsión de todos los judíos que no aceptaran bautizarse como católicos, suponía el auge de la instrumentalización política de la religión : la unidad del reino era en adelante consustancial a la unidad de Estado. En 1502, diez años después de la expulsión de los judíos, los mudéjares iban a conocer un destino similar, debiendo exiliarse aquellos que no se convirtieran a la fe católica.


Un tribunal a manos del poder


Y fue en este marco de cristalización de las tensiones políticas y religiosas en el que iba a aparecer el tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Castilla, a través de una institución única y nueva, destinada a vigilar la pureza de la fe de la población. La Inquisición había sido creada en 1478 a instancias de los Reyes Católicos con la autorización del papa. Por primera vez en la historia, competencias que hasta entonces incumbían a religiosos, a los obispos en la Edad Media, se transmitían a funcionarios del rey para inquirir sobre cualquier persona convicta de herejía . Estos inquisidores eran personas formadas en derecho civil y canónico, fieles funcionarios del rey y dependiendo en ultima instancia del papa, quien detentaba el poder de nombrarlos. Un tribunal que duró desde 1478 hasta su abolición definitiva en 1834, despertando algunas protestas al principio, pero muy rápido instalándose dentro del panorama hispánico e imponiéndose como una institución consustancial de la España peninsular.


Fue un instrumento del Estado, al serivico del Estado como lo dijo B. Bennassar, en su voluntad de crear un pueblo unificado por la misma creencia, en conformidad con la ortodoxia católica mas exacta. Por lo tanto la actividad de los tribunales se inscribía en una estrategia mas global que la simple persecución de la herejía. La finalidad era acabar con todas las fuerzas centrifugas y heterodoxas que aparecían como otros tantos gérmenes de división del Reino. En esto, no trastornó el paisaje del otoño medieval, sino que vino a integrarse dentro de un marco marcado ya por valores de exclusión. . Fue el caso entre 1480 y 1530 donde le rigor extremo de la represión llevado en contra de los judaizantes señaló al judío como el chivo expiatorio al pueblo. Se piensa que varios miles de personas fueron quemadas en aquel momento, y a ésas hay que añadir aquellas personas marcadas por la infamia que prácticamente murieron desde un punto de vista social.


A la actividad antijudaica sucedería, luego, a partir del siglo XVI, la acción contra los moriscos, los sodomitas, los blasfemos, los bígamos, las brujas, etc... : es decir en muchas realidades que marcaban los mentalidades colectivas en las cuales el Santo Oficio logró apoyarse en la búsqueda de una amplio consenso que debía permitirle llevar a cabo su misión de colonización interna. Utilizó el espectro de la quinta columna con fines de supervivencia pero también y sobre todo con fines políticos que iban en el sentido del absolutismo monárquico castellano.


Gracias a un poder de brumosos límites, a la vez espiritual y civil, la Inquisición puso en pie un aparato burocrático y policial encaminado a vigilar las poblaciones, a través de una rigurosa delimitación administrativa del territorio y un procedimiento nuevo que derogaba a las garantías previstas por las jurisdicciones del Antiguo Régimen. La prontitud con la cual fue creada tras la guerra civil, las amplias prerrogativas concedidas así como la intensa actividad desplegada en cuanto fue creada, la dotaron de los caracteres de un tribunal de excepción. Asimismo, traducía la voluntad de los Reyes Católicos de realizar una homogeneidad religiosa para darle cierta cohesión a la sociedad, apenas acabada la Reconquista. En 1560, o sea unos ochenta años después de su creación, las estructuras de la Inquisición se habían modificado sensiblemente, los mecanismos de sus procedimientos acababan de definirse de un nuevo modo, y la centralización creciente operada desde la sede del Consejo de la Suprema Inquisición, comúnmente llamada la Suprema, venía a perfeccionar el sistema con un riguroso control de las diversas actividades desempeñadas en el ámbito local a la vez que indicaba las prioridades de la política que tenían que llevar a cabo los tribunales en la persecución de las distintas herejías.


La doble faz de la inquisición postridentina


Si el acecho a la apostasía judeoconversa e incluso mahometana, correspondía con la misión originaria de la Inquisición, el acosar a protestantes y alumbrados ya constituía una novedad que permitió ensanchar las atribuciones del Santo Oficio en materias de fe. Probablemente este salto cualitativo que se opera durante el primer cuarto del siglo XVI haya permitido saltar el último eslabón para que los inquisidores decidieran a quemarropa arremeter contra bígamos, hechiceros, fornicarios, blasfemos, etc., e incluso contra clérigos que no se conformaban con la disciplina de su estado. De tribunal contra la "herética parvedad" asimilada hasta entonces grosso modo a la apostasía, el Santo Oficio pasaba a ser una corte de disciplina en materia religiosa, ampliando sensiblemente su abanico jurisdiccional a todo aquél que no se conformara con los preceptos reafirmados en Trento. Ante la onda de expansión protestante, España eligió un tratamiento preventivo, con una auscultación masiva de las conciencias del pueblo, de esta misma población católica que era, aparentemente, la menos susceptible de ser acusada de herejía.


Entre 1560 y 1700, la proporción de esos cristianos viejos que pasaron por las salas de audiencia osciló entre el tercio y los dos tercios de los acusados en materia de fe, según las épocas. Esta llamativa presencia de la población católica castiza entre los reos revela la estrecha colaboración entre las diversas autoridades del Antiguo Régimen, tanto religiosas como civiles. Finalizado el Concilio de Trento, los cristianos viejos preocuparon sobremanera a los inquisidores, cuando el tribunal no se veía excedido por cuestiones de interés nacional, como lo estuvo a través de la represión de los moriscos y de los protestantes extranjeros. ¿Por qué se interesa por esos católicos, a partir de cuándo y qué revela esa campaña, la más masiva y la más duradera de la Inquisición en los albores de la España moderna ? Una tarea que competía antiguamente al obispo y al cura, y que fue temporalmente trasladada al Santo Oficio. Las razones de semejante cambio revelan en cierto sentido las dificultades frente a las cuales podía encontrarse el ideal de pastoral y de evangelización en el propio territorio español, y la imposibilidad de limitarse para ello a la persuasión. Y aquí es donde se pone de manifiesto la inserción de la Inquisición dentro de un amplio sistema de vertebración moral de la sociedad, en la cual este tribunal se encargaba de asumir el quehacer represivo, es decir enmendar los fracasos patentes o las demoras de la acción evangelizadora llevada a cabo por las otras autoridades. Una represión que se acompañó, por cierto, del efecto de publicidad requerido para que el castigo fuera ejemplar y, mediante ello, edificara al pueblo cristiano.


Dicho de otra forma, supone que nos aproximemos al tribunal viéndolo ya no como la piedra angular de la sociedad española, dotado de un poder de vigilancia exorbitante, sino como simple componente del amplio proyecto destinado a vigilar la religiosidad de las poblaciones y, al mismo tiempo, enmendar ciertos comportamientos considerados como intolerables al finalizarse el Concilio de Trento.

 
 
 

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