CAPÍTULO II: LA DICTADURA FRANQUISTA
(1936-1975)
J.
Tusell: Historia…, cap. 16-20
JP
Fusi – J. Palafox: España…, cap.
9-10 [1]
I. La Guerra civil : un país desgarrado (1936-1939)
3
A.
La violencia del choque :...........................................................................
3
B.
La elaboracion ideologica de las dos Españas...................................................
3
D.
Balance de la guerra.................................................................................
6
II.
El franquismo totalitario (1939-1951) 6
A.
El Caudillismo.......................................................................................
6
B.
El relativo bloqueo internacional contra España:................................................
8
1.
España en la contienda mundial :...............................................................
8
2.
La represión despiadada de la resistencia popular:............................................
9
3.
Debilidades y divisiones de la oposición :....................................................
10
B.
Organización sociopolítica del régimen franquista:
el nacionalcatolicismo.................. 10
II.
la normalización (1953-1959)
11
A.
El éxito diplomático de España...................................................................
11
B.
1959 : la institucionalización del régimen:......................................................
12
III.
Los estertores del régimen: 1967-1975 12
A.
desarrollo y bienestar..............................................................................
12
B.
Radicalización y colapso del régimen: 1973-1975............................................
13
Conclusion:
14
Introducción:
tendencias generales
El
largo período de estabilidad política que se inaugura
con la instalación del poder militar no puede ser entendido correctamente
aislado del resto de la historia española. La reacción
nacional y el repliegue sobre sí misma es una tentación
permanente para la España tradicionalista y además desde
el comienzo del siglo XIX, el reforzamiento del poder autoritario y
centralizador en las manos de una sola persona es una de las tendencias
políticas permanentes de la derecha española. Las contradicciones
y las ambigüedades del régimen tampoco constituyen una novedad.
El nacionalismo absoluto conduce a un callejón sin salida. España
no puede, con el sistema franquista, aislarse del resto del mundo del
cual depende, en primer término, para su supervivencia y luego
para cualquier intento de modernización. Los condicionantes del
siglo XIX siguen pesando.
El
largo período de reacción aislacionista que atraviesa
el país entre 1939 y 1951 se explica tanto por las condiciones
particulares de la segunda guerra mundial y de la cuarentena que se
impone a la España franquista en los años siguientes,
como por la voluntad de los responsables de la política española.
Saldrá de su ghetto en cuanto pueda.
Entonces
la afluencia de capitales extranjeros y la prosperidad económica
mundial constituirán las condiciones que posibilitan que una
segunda generación del Franquismo reanude la tarea de modernizar
el país tímidamente esbozada en la época de la
dictadura de Primo de Rivera. Las necesidades económicas, que
se imponen a los principios políticos, hacen inevitable la transformación
de la sociedad española. Los cambios de los años 1958-1960
son la consecuencia lógica de esta situación. Por lo tanto,
conviene distinguir cuidadosamente lo que es la esencia misma del régimen,
la dictadura de un hombre y el rechazo de cualquier forma de pluralismo
político, de sus sucesivas transformaciones, que son el fruto
de una evolución impuesta por las circunstancias.
Al
principio, el golpe de Estado de los generales Francisco Franco y José
Sanjurjo del 18 de julio de 1936 se asemejaba auno de esos pronunciamientos,
como los hubo muchos en la España decimonónica. Pero muy
pronto el sublevamiento iba a a contar el apoyo de algunas de las más
grandes ciudades de España. Técnicamente acertado, el
pronunciamiento fracasó politicamente en las partes vitales de
la nación.
Técnicamente
acierta, puesto que priva a la República de parte de los mandos
del Ejército. El 17 de julio de 1936, las tropas de Marruecos
y de Canarias se sublevan, seguidas al día siguiente por aquellas
de las principales ciudades de la península. Es rápidamente
victoriosa en los presidios marroquíes y en Canarias. Pero también
en Sevilla donde Queipo del Llano, con un pequeño destacamiento
logra apoderarse de la radio y acreditar la idea de que la mayoría
de las tropas lo apoyan, y en otras ciudades como Zaragoza u Oviedo
(véase el mapa en Tusell Historia de España…,
p. 302 y 306).
Pero
el golpe de Estado es al mismo tiempo un fracaso en la medida en que
no logra apoderarse de la totalidad del territorio ni ganar el apoyo
de la totalidad de los militares, permaneciendo muchos de ellos fieles
a la República.
Al
desparecer a partir de mediados de 1937 la ilusión de una victoria
rápida en ambos bandos, fue preciso organizar la retaguardia.
Lo cual condujo a la consitución de dos Estados antitéticos,
convencidos de encarnar la legalidad y la legitimidad nacional. No obstante,
se trataba por cada lado, de grupos heterogéneos, unidos únicamente
por la lucha contra el adversario. La lucha antifranquista era a la
vez antifascista, revolucionaria (la reforma agraria es lanzada otra
vez, de forme radical en ciertos sitios controlados por los anarquistas),
patriótica y popular.
Del lado republicano, hubo un levantamiento en armas el pueblo, a sazón
lírico. Se impusieron juntas revolucionarias, que se atribuían
todos los poderes políticos y que despojaban el gobierno republicano
central de cualquier representatividad y autoridad. Pero el impulso
revolucionario no logró reunir los diferentes bandos republicanos,
ante la diversidad de proyectos políticos en presencia.
Por una parte, los socialistas radicales y los anarquistas luchaban
por la revolucion total y proletaria. En Aragón y en el País
Valenciano instauraron una sociedad revolucionaria e igualitaria, con
comisiones de seguridad, brigadas populares, tribunales populares y
de excepción que, a veces, llevaron a cabo una política
del terror (persecución del los clerigos, cierre de los
lugares de culto, ejecuciones sumarias, etc.) y otras medidas que preocupaban
sobradamente las clases medias, como la colectivización de las
empresas y los bancos autogestionados por comisiones obreras,…
Las comunidades vivían en autarquía, incluso llegó
a desaparecer el uso de la moneda en beneficio del trueque. Y naturalmente,
no se admitían en los rangos anarquistas o del POUM (de tendencia
trotskista) las órdenes de los mandos militares del gobierno
central, lo cual iba a revelarse catastrófico ante las ofensivas
del bando nacionalista.
En el centro, Madrid y Castilla, socialistas moderados y comunistas,
procuraban contener los excesos revolucionarios, para no perder los
apoyos nacionales e internacionales. El PCE (Partido comunista español)
habia escogido una estrategia de alianza con los partidos "burgueses",
avalizada por la URSS. Los fracasos del ejército popular confirmaron
la necesidad para los comunistas de anteponer la victoria a la revolución.
El apoyo soviético en consejeros y ayuda técnica, acrecentó
la eficacia del PCE. Su presencia masiva permitió que se eligiera
un gobierno de Frente popular dirigido por Largo Caballero a partir
de septiembre de 1936.
Esa coalición de izquierdas iba desde los anarquistas hasta los
moderados y había de componer con las diferentes tendencias,
a veces incompatibles (libertarios anarquistas que rechazaban todo poder
y autoridad hasta los comunistas ortodoxos). Largo Caballero por lo
tanto legalizaba las conquistas revolucionarias (comisiones obreras,
autogestión, reforma agraria en Cataluña). Pero en paralelo,
llevaba a cabo reformas institucionales para imponer la autoridad central.
Así poco a poco las milicias fueron controladas por comisiones
políticas (infiltradas por comunistas que dependían del
ministerio del Interior), se controlaron los tribunales populares y
se llevó a cabo una epuración de los jueces. Esta vigilancia
y ese control chocaron naturalmente con la oposición libertaria,
que calificó esta política de contrarevolucionaria y se
alzó en armas contra ella. La tentativa de toma de control de
los diferentes grupos, condujo a una insurreccion armada de la CNT y
del POUM contra el gobierno central a principios de mayo de 1937.
El
17 de mayo, el gobierno Negrín, materializaba la victoria de
los "realistas" : el POUM era disuelto y acusado de colaborar
con el enemigo, y sus miembros arbitrariamente detenidos y ejecutados.
Los "realistas" ahondaban así la debilidad del campo
republicano. En septiembre de 1938, varios republicanos se sentían
desesperados y pensaban en abandonar el combate (Indalecio Prieto, incluso
Azaña). El PCE y el ala del PSOE que representaba Negrín
se lanzaban entonces en una guerra a toda costa, a pesar de los repetidos
fracasos y del desgaste de las fuerzas republicanas en la batalla del
Ebro. Cuando entre el 5 y el 10 de marzo de 1939, los comunistas y fieles
de Negrin que querían seguir resistiendo a los nacionalistas
hasta el final se enfrentaron con la junta antigubernamental del General
Casado, apoyada por los anarquistas, la lucha en Madrid entre esas tendencias
causó unas 2.000 muertes.
Esas
disensiones ideológicas debilitaron sobremanera el campo republicano.
Ahora bien, si el bando nacionalista también padecía profundas divergencias,
el campo de los sublevados había logrado evitar las luchas fratricidas
y mantener una aparente unidad . Las fuerzas políticas que habían
apoyado a los rebeldes eran también profundamente heterogéneas,
pero reunidas en su mayoría dentro del CEDA: monarquistas alfonsinos,
tradicionalistas, carlistas con sus fuertes bases en Navarra,…
e incluso republicanos, como el General Queipo del Llano. La fuerza
de Franco había sido lograr federarlos en un combate común
por la regeneración de España, exaltando los valores de
la tradición y de la nación, y presentándose como
el garante de su unidad. La muerte en un accidente de José Sanjurjo,
quien asumía la jefatura de los sublevados, condujo Franco a
asumir la totalidad de los poderes y a encabezar la lucha contra la
República a partir de septiembre de 1936. Recibió asimismo
el apoyo de los obispos españoles, quienes declararon no librar
una guerra sino una cruzada, a partir de julio 1936 y de forma abierta
a partir de julio de 1937 cuando el avance franquista era patente. Los
franquistas recuperaron de forma habil toda la simbología católica
y revocaron todas las medidas de secularización de la sociedad
emprendida por la Republica.
Junto
con esa ideología tradicionalista católica, se impuso
la consittución de un Estado dictatorial y parafascista. Un decreto
de abril de 1937 instituía un partido único (la FE
las JONS (Falange Española y Juntas Ofensivas Nacional
Socialistas), destinado a desempeñar el mismo papel que el partido
nazi en la sociedad. Pero las divisiones ideológicas en su seno
impidieron que se convirtiera en la referencia del sistema franquista,
y su papel sólo fue secundario. Franco, jefe del Movimiento,
se hizo proclamar Caudillo, fue el verdadero jefe, quien lo decidió
todo. El ejército, el partido y el gobierno se hallaban estrechamente
subordinados a su persona. Impuso un patriotismo conservador y místico
que exaltaba la España imperial y la religión y que logró
seducir a una población esencialmente rural en las zonas controladas
así como ganar el apoyo de la oligarquía rural como financiera
que habían mirado con recelo las experiencias revolucionarias
llevadas a cabo en el campo republicano.
La
República había sido vicitima de sus disensiones ideologicas.
Además, el frente republicano no había logrado ganar un
apoyo internacional. Debido a la explosiva situación internacional
en aquel momento, las grandes potencias vacilaron en intervenir directamente
en España, para no provocar lo irremediable. Si el 20 de julio
1936 Leon Blum, jefe del gobierno francés de Front Populaire,
había mandado una ayuda técnica a la República
(aviones y técnicos, mediante André Malraux), la cautelosa
Gran Bretaña miraba con recelo las iniciativas revolucionarias
españolas y no se atrevía a apoyar un campo determinado,
por miedo a desencadenar la reacción de las potencias fascistas.
Ante las iniciativas italianas y alemanes y la incógnita soviética,
Francia no quiso echar a perder la alianza con Inglaterra. A partir
de agosto de 1936, Francia sucribía al pacto de no intervención
propuesto por Inglaterra, cerrando sus fronteras al traspaso de armas.
En cambio Alemania e Italia no se privaban en dar un apoyo técnico
y militar al bando nacionalista. Así como la URSS que envió
armas artillería al bando republicano, pero hasta 1938
únicamente, mientras que los países fascistas europeos
siguieron suministrando una ayuda que se había revelado decisiva.
El
franquismo ha nacido en la guerra y ha crecido en la victoría,
tan penosa y tan dolorosa, y aparece como un régimen de excepción,
extremadamente personalizado y cuya duración se identifica con
la vida misma de su jefe. Incluso en la Europa del fascismo no hay una
dictadura más absoluta que la del general Franco. Es el elemento
permanente de un sistema cuyas formas variarán considerablemente
en el futuro.
El
régimen franquista es unitario y centralizador por naturaleza.
Sin embargo, el sistema que Francisco Franco impone al pueblo español
no tiene ningún equivalente ni por su duración ni por
su enfoque. En efecto, se identifica con el individuo que ejerce el
poder sin que nunca se plantee seriamente, excepto en los últimos
años, la cuestión de su continuidad. Para llegar a este
resultado ha sido necesario que se dieran un conjunto de circunstancias
bastante excepcionales de las que se ha beneficiado un hombre lo bastante
flexible como para aprovecharse de la situación, lo bastante
autoritario para destruir las oposiciones y lo bastante seguro de sí
mismo para asumir durante cuarenta años un protagonismo histórico
para el cual sus orígenes y el comienzo de su carrera apenas
lo habían preparado.
Al
principio de la guerra civil, Franco es un joven general de cuarenta
y cuatro anos. De origen gallego, ha elegido la carrera militar en estos
años difíciles en los que España salta de humillación
en humillación. De forma muy natural se ha visto lanzado hacia
la aventura africana. Allí ha hecho su carrera participando activamente
en las operaciones del Tercio y ganando rápidamente sus galones.
No simpatiza con Primo de Rivera, y durante la Dictadura se repliega
en la Academia Militar, de la que es director. A pesar de ser monárquico
por principios, durante la República continúa su carrera
ascendente. Es el máximo responsable de las operaciones que se
llevan a cabo en 1934 contra la Comuna asturiana. El gobierno del Frente
popular lo aparta de su puesto de jefe del Estado Mayor. Se adhiere
al complot militar tardíamente. Sólo las casualidades
de la guerra -la desaparición accidental de los posibles rivales-
lo convierten en jefe indiscutido de la insurrección nacionalista.
Desde
entonces acumula títulos y responsabilidades. Es jefe del Estado,
generalísimo de las fuerzas armadas, presidente de la Falange
y Caudillo de España. A pesar del mantenimiento oficial del principio
y de la bandera monárquicos, es él quien detenta todos
los poderes. Para convencerse basta con referirse al artículo
6 de la Ley orgánica del Estado, texto legislativo cuya última
versión, la de 1967, no modifica el redactado en lo esencial:
"El jefe del Estado es el representante supremo de la Nación;
personifica la soberanía nacional; ejerce el poder supremo político
y administrativo; ostenta la jefatura Nacional del Movimiento y cuida
de la más exacta observancia de los Principios del mismo y demás
leyes Fundamentales del Reino…".
Añadamos
que nombra a los ministros, y que no habrá un jefe de gobierno
susceptible de compartir las responsabilidades con el jefe del Estado
antes de 1973.
Por
lo tanto, aquí todo depende de un sólo hombre. Designarle
un sucesor incluso parece imposible, porque antes que nada es un hombre
providencial. Su poder se justifica por el carisma vinculado a su persona.
Encarna la unidad nacional más allá de las divisiones
del momento y de las peripecias de la historia, la unidad de destino
en lo universal, para utilizar las mismas palabras que el punto 2 de
la Falange. Los ditirambos de la propaganda nacionalista de la época
quizás son un poco ridículos; sin embargo, en su simplismo
maniqueo expresan bien la idea de un poder de esencia divina. El Caudillo
es "espada de Dios contra el mal",
el salvador y el protector de la unidad nacional. Sustituye al monarca
que ha fracasado en su misión al aceptar abdicar. De ahí
nace una confianza inquebrantable en su destino; también de ahí
esa negativa sistemática a compartir el poder, porque la autoridad
concedida por Dios no se comparte. Sin duda, ésta es la diferencia
esencial entre el Franquismo y los regímenes fascistas. En los
países fascistas, el poder lo ejerce una persona, pero en nombre
de un partido, verdadero depositario de la suprema autoridad. No hay
nada parecido en la España franquista. Ninguna fuerza tiene los
medios para actuar contra el Caudillo. Es verdad que existen grupos
de presión poderosos, pero Franco sabe utilizar hábilmente
a los unos y a los otros, sin dar a ninguno de ellos una influencia
suficiente para imponer su política.
Franco
habia gozado del apoyo de Alemania y Italia. Pero ante la declaración
de guerra de Francia e Inglaterra a Alemania en septiembre de 1939,
España permaneció neutra. Sólo en 1940,
ante la dominación alemana en el teatro de guerra europeo, España
estuvo tentada por intervenir al lado de las potencias del Eje. Pero
España estaba aún demasiado disminuida para emprender
un esfuerzo de guerra masivo. Además, Franco tenía pretensiones
territoriales tales (Gibraltar, Marrruecos, Tanger...), que Hitler se
negó a darle satisfacción, pues exigía en cambio,
las Islas canarias, lugar estratégico pero que España
se negaba a abandonar.
Para
no parecer ingrato ante el esfuerzo llevado a cabo por sus aliados entre
1936 y 1939, Franco mandó la división azul con 16.000
"voluntarios" combatir en el frente ruso contra el bolchevismo.
Eran tropas impreparadas y la operacion fracasó tajantemente
2.
Los años de aislamiento: represión politica y
depresión económica (1939-1946)
Nación comprometida con el régimen fascista alemán
e italiano, a pesar de su pretendida "neutralidad", fue declarada
nación indigna de ocupar un escaño en la ONU creada
en abril-junio de 1945.
Países
querían deshacerse del régimen franquista, como Francia
donde varios antifascistas españolas habían participado
a la liberación. Pero otras potencias como Gran Bretaña
no querían hacer nada que pudiese perjudicar sus intereses en
España, intereses que Franco había respetado hasta entonces.
Las potencias, además, pretendieron respetar el principio de
la Carta de las Naciones Unidas que prevé no ingerir en los asuntos
internos de un pais tercio y respetar su soberanía, prefiriendo
aislar España en vez de invadirla. Esperaban con el bloqueo internacional
que el régimen franquista caería de sí mismo. España
de todos modos no representaba un peligro para las otras potencias,
sino una desgracia para sí misma.
La victoria de los aliados había dejado la esperanza a
los dirigentes de la oposición antifranquista del derrumbamiento
de la dictadura. Contaban con los países occidentales para asentar
la republica. Pero las dificultades para volver a crear las condiciones
de una vida parlamentaria eran insuperables. No sólo el pueblo
español estaba privado de libertades sino que padecía
penosísimas condiciones de vida. La duración del trabajo
semanal superó las 48 horas llegando a pasar a 60 e incluso
a 70 horas . El poder adquisitivo conoció una erosión
constante : en Cataluña hay que esperar 1956 para encontrar
el nivel de preguerra. El racionamiento dura hasta 1951. El estraperlo
o mercado negro se desarrolla pero los precios son tan elevados que
no está al alcance de todos. La salud pública se degrada,
reaparece la tuberculosis, factor importante de mortalidad. Sólo
un tercio de los niños entre 6 y 12 años van a la escuela,
uno de cada cuatro en Barcelona.
España
fue el teatro de una represión masiva, sistematica a gran escala
en los inmediatos años de posguerra. Aunque carecemos aún
de trabajos de conjunto sobre el periodo se estima entre 50.000 y 100.000
prisioneros ejecutados, mayormente comunistas
[2] , Los encarcelados eran aun unos 200.000 en 1940
y aun 45.000 en 1944: fueron empleados como mano de obra gratis, numerosa
y dócil para las obras publicas : construcción de
redes de ferrocarriles, mantenimiento de carreteras, construcción
del Valle de los Caídos, futuro mausoleo del General Franco y
faraónico monumento a los héroes de la guerra civil (nacionalistas
por supuesto), etc.
En 1946-1947 aparece una ola de conflictos sociales en Cataluña,
animada por militantes de la CNT y UGT de la preguerra : el lema fue
"no se puede trabajar sin comer". Pero no logró ser
un movimiento de vanguardia proletaria. Y no logró recibir el
apoyo de los maquis, de las direcciones clandestinas de la CNT y del
PSOE que fueron poco a poco exterminadas hasta los años 1950.
El debate sobre la responsabilidad de la derrota republicana, avivó
el foso existente entre el PSOE y la CNT. Las organizaciones antifranquistas
estaban divididas ante la actiud por adoptar frente al PCE. La mayoría
de los dirigentes de la oposición estaban en el exilio . En agosto
de 1948, con el pacto de Saint Jean de Luz, el PSOE y
los monarquistas de Gil Robles, concidían en una libre consulta
de la nación para decidir su régimen politico. Pero nunca
conoció aplicación alguna y sólo logró a
los participantes, monarquistas en particular, granjearse el odio de
Franco. Éste se negaría al que el pretendiente al trono,
Don Juan de Borbón accediera algún día al trono,
por haber aceptado pactar con los socialistas.
El PCE seguía su propia estrategia. En efecto la
oposición no comunista dependía de la actitud de las potencias
occidentales. El PCE organizó una resitencia armada y violenta
al franquismo. Los comunistas españoles que habían peleado
en la Résistance (resistencia francesa), reforzaban y dirigían los focos guerilleros,
instalados generalmente en las diferentes zonas montañosas del
país, en Galicia y Asturias, Andalucía y Extremadura.
Pero la represión franquista fue vehemente hasta tal punto que
en 1950-1951 el PCE tuvo que renunciar a poner en práctica en
España el modelo de los maquis inspirado de la Résistance.
La
tentativa de hacer entrar el régimen franquista en una de las
categorías conceptuales de ciencia política ha suscitado
innumerables polémicas en cuanto a la definición del régimen.
¿ Fascista ? ¿ Nacionalsocialista ? ¿ Nacionalcatólico ?
La última definición parece aplicarse mejor.
Las
circunstancias son de recordar : una insurrección militar
y una situación incierta conduce a nombrar a Franco: generalísimo
de todos los ejercitos (aire, tierra, naval), jefe del gobierno español
y posteriormente caudillo (el 4.8.1937): no sólo concentra los
poderes, sino que es fuente del poder, y se apoya en el partido único,
la Falange.
El
ejército se ha revelado garante de la unidad nacional y constitucional.
El ejército queda estrechamente subordinado a Franco. Y de hecho
era la única fuerza capaz de conquistar el poder : los partidos
políticos estaban divididos, los sindicatos prohibidos, etc..
La veritable base del poder franquista estribaba en el ejército.
El partido unico, creado en 1937 (FE de la JONS) era sólo un
poder en apariencia. El nacional sindicalismo es de inspiración
fascista y es una idelogía totalitaria en que supone la
preeminencia del Estado sobre los individuos, los grupos y las masas.
Y esto para acabar con todas las fuerzas "centrífugas"
que amenazan, según los fascistas, la unidad nacional. El objetivo
del nacional sindicalismo es atraer a la masa de trabajadores influidos
por el anarcosindicalismo. Su función esencial será dirigir
la clase obrera una vez acabada la guerra.
Pero
la FE será una parodia de partido unico; nunca jugará
el papel de intermediario ente la sociedad y el Estado que le asignan
sus estatutos. Los militares lo habían creado únicamente
para rellenar el vacío que resultó de la prohibición
de toda organización política y sindical. Para Franco
además serviría de contrapeso contra los monarquistas,
cuya influencia era muy fuerte entre sus compañeros de armas.
En
ningún momento fue la Falange el instumento de acceso al poder
como en Alemania e Italia. La FE fue ante todo un auxiliar del Estado,
que garantizaba a su jefe la lealtad. Los falangistas que se oponían
a Franco y a su control del aparato sindical, fueron progresivamente
eliminados, siendo su jefe, Manuel Hedilla, salvado en el ultimo
extremo de la pena de muerte por la gracia de Franco. La Falange Española
tenía sobre todo por función garantizar la lealtad al
jefe puesto que eran miembros de derecho los combatientes del ejército
franquista, los antiguos prisioneros políticos de los republicanos,
y también porque los dirigentes falangistas estaban estrechamente
vigilados y nombrados por Franco.
Al
finalizar la guerra la Falange conservó como tributos la gestion
de los servicios de asistencia social y la prensa del Movimiento, atribuciones
mas bien simbolicas. El verdadero apoyo del régimen estribaba
en el ejercito y en la Iglesia. Acabada la guerra civil, la Falange
aparecia como un instrumento de escaso interés, y demasiado orientado
ideológicamente, frente a un régimen que quería
apoyarse en la tradición y en los notables. Lograría desempeñar
alguna función de control social y político en la sociedad
durante los años negros de represión política y
miseria social, pero muy pronto, a partir de la fase de apertura de
España hacia al extrajero, la FE de las JONS pasaría a
desempeñar un papel más que secundario.
En
pleno contexto de guerra fría, los dirigentes americanos temían
más que todo una extensión de los regímenes comunistas:
fue la estrategia del "containment", contener el avance
del bloque comunista, es decir impedir la aparición de nuevos
países socialistas en el mundo. España que atravesaba
entonces una penosísima crisis económica y social (hambre,
contrabando, represion política violentísima) amenazaba
con ser el sitio de una proxima revolución. Los EEUU establecieron
contactos con España a partir de los años 1950. En 1953
se le ofreció una ayuda militar de 141 millones de dolares. El
primer Estado en restablecer relaciones diplomáticas con España
sería el Vaticano en 1953, señal de los lazos estrechos
de la Iglesia y del Estado en la España de Franco. Al año
siguiente le tocaba a EEUU reconocer el régimen franquista. En
1955, España integraba las Naciones Unidas : el régimen
franquista había vencido y ganado el reconocimiento de los países
occidentales.
Ese
giro iba a marcar el inicio de despegue económico y de la industrialización.
Pero iba acompañado con la agitación universitaria y social.
1959
iba a marcar un cambio profundo. Aquel año marcaba el fin de
la autarquía y los esbozos de liberalización económica
se revelaban eficientes gracias al apoyo estadounidense: España
daba los primeros pasos hacia un nuevo tipo de organización económica
y social. Se produjeron cambios profundos en la organización
económica, primero por la presencia de un equipo de ministros
tecnócratas, formados en las universidades americanas. El plan
de estabilización de julio de 1959 apareció como el
momento clave de un proceso global: sus puntos esenciales eran yugular
la inflación, abrir la economía al capital extranjero
para desarollarla mejor; integrar la clase obrera y seducir de nuevo
las élites que el fracaso ideológico del régimen
decepcionaba. Es para relevar esos desafíos que Franco recurrió
en 1957 a una fuerza nueva: El Opus Dei, un movimiento
religioso seglar. Metódicamente los "miembros del Opus"
van a integrar los diferentes gobiernos en 1962 y 1966.
Y ese mismo año el dictador se decidía a institucionalizar
la solución monárquica.
En 1967, la ley Orgánica del Estado marcaba la modernización
de la administración. Definía las relaciones entre instituciones
públicas. Pero a nivel ideológico, este texto normativo,
particularmente complejo, daba carpetazo a una serie de principios propios
del fascismo. El sindicalismo vertical desaparecía y una
nueva ley sobre sindicatos estaba preparándose. El mismo año
de 1967, una ley sobre la libertad religiosa era adoptada. La huelga
dejaba de ser un delito, aunque no era sin embargo legalizada.
El
desarrollo español era intermitente y poco sostenido, aunque,
eso sí alcanzaba una tasa de crecimiento extremadamente elevada
a partir de los años 60. Este crecimiento permitió una
elevación general del nivel de vida. La mayoría de los
españoles acceden a la sociedad de consumo. Los hogares se dotan
de equipos electrodomésticos, de televisores, y otros bienes
de consumo. El Seat 600 aparece y conoce un éxito prodigioso
peusto que permite a las clases medias y populares adquirir un vehículo,
atributo hasta entonces reservadoa las élites. Al mismo tiempo
la llegada masiva de turistas cada verano, modifica las formas de vida
y muestra el foso entre las prácticas españolas y las
del resto de Europa. Las posibilidades de viajar, además, gracias
a un poder adquisitivo mayor existen de ahora en adelante para los ciudadanos
acomodados.
La generalización del bienestar tuvo su impacto en el
modo de vida y las mentalidades. Las aspiraciones a la promoción
social se expresó a través de una demande masiva de educación.
Demanda que el régimen no logro satisfacer en todas partes. Pero
el desarrollo seguía bastante desigual, como lo atestiguan el
habitat mediocre de las ciudades dormitorios en las afueras de los grandes
centros urbanos que se desarrolla entonces.
En el plano político y cultural, las clases medias soportaban
cada vez menos el caracter arbitrario de un régimen en la defensiva :
a partir de 1966, la presencia de los policías (a caballo) en
el campus de las Universidades era constante, para reprimir los focos
de contestación estudiantil. En 1970, se declaraba la prohibicion
de un diario, Madrid. Los sondeos reflejaban entonces ya una aspiración a una
mayor justicia. De hecho, la dictadura como tal no era abiertamente
criticada sino su acción. El bienestar socavaba los fundamentos
de la dictadura.
En 1973, sorprendiendo a todos los analistas políticos,
el General Fanco vuelve a tomar la iniciativa frente a la contestación
social (huelgas de obreros, de estudiantes, a veces violentamente reprimidas).
Nombrado oficialmente jefe de gobierno, el almirante Carrero Blanco, jefe de fila de los miembros del Opus Dei, hace figura de sucesor
del caudillo. A la gran sorpresa general, éste acaba con el monopolio
que ejercía el Opus sobre los escaños del gobierno en
beneficio de elementos abiertamente reaccionarios. Pero el asesinato
en 1973 de Carrero Blanco, reivindicado por ETA, en conformidad
con la findalidad perseguida por el gurpo terrorista quien en su lucha
contra la dictadura priviliegia los ataques a los militares, agrava
la situación y aviva las contradicciones internas del régimen.
El Opus desaparece enonces por completo del gobierno. A su cabeza está
entonces nombrado Carlos Arias Navarro, miembro del aparato represivo.
La radicalización del régimen se acentúa :
se proclama la ley de excepción en el País Vasco, se ejecutan
a cinco militantes de ETA y de los GRAP, un grupo de extrema izquierda,
lo cual escandaliza la opinión internacional. Los ultras ganan
terreno. Una lucha interna dentro del aparato se inicia entre ultras
y los partidarios de una mayor apertura de España.
En la oposición al regimen, la releva se organiza. Si
el PCE vacila en cuanto a la actitud por adoptar, el PSOE opta por la
convergencia democrática en junio de
1975 entre los diversos partidos del centro izquierda, demócratas
cristianos y socialistas regionalistas. Superó en aquel momento
sus crisis internas: desde octubre de 1974 tiene un líder, conocido
bajo su nombre de clave de Isidoro, el joven abogado de Sevilla
Felipe González. El 20 de noviembre de 1975 tras una larga y
artificialmente prolongada agonía, muere el dictador. Convergencia
y el PCE lanzan una gran declaración sobre la liberación
de los presos políticos y la vuelta de los exiliados.
El
dictador murió en su cama. Su sucesor, Juan Carlos pasaba por
ser un rey de pandereta. Se pensaba que a la España de Franco
le había de suceder una España de notables o de caciques.
El guión no se realizó. El joven rey entronizado, Juan
Carlos I de Borbón, si no despide a Arias Navarro del gobierno,
muy rapido lo dobla de vice presidentes de la tendencia evolucionista,
entre los cuales Manuel Fraga. Ante el descontento social, Juan Carlos
reemplaza al jefe de gobierno por Adolfo Suárez. Hombre del aparato
de Estado pero bastante joven, marcaba el acceso a la cúpula
del Estado de una nueva generación. Su influencia iba a ser determinante
a la hora de encauzar España hacia la democracia y romper con
un pasado turbio.
El
regimen franquista se derrumbaba de si mismo: en espacio de dos decenios
se habia revelado totalmente ajeno a las esperanzas del pueblo. A partir
del momento en que los franquistas ya no detentaban del monopolio de
la fuerza perdieron todo apoyo en la sociedad y las elecciones que iban
a celebrarse confirmarían la escasa popularidad del régimen.
Nuevos tiempos se abrían para España.