CAPÍTULO
III:
LA
SOCIEDAD DEMOCRÁTICA: EL RETO DE LA MODERNIDAD
INTRODUCCIÓN.........................................................................................
2
I.
UNA ALTERNANCIA ACERTADA................................................................
2
A.
Los dos gobiernos de Adolfo Suárez : España cara
a la democracia.......................... 3
B.
La tentativa de suspensión del orden democrático...............................................
3
C. La
década socialista (1982-1996).................................................................
4
D.
Metamorfosis de la derecha española (1996-..).................................................
6
II.
LA CONSTITUCIÓN DE 1978.....................................................................
6
A.
La organización política del Estado...............................................................
7
B.
La organización territorial del Estado.............................................................
8
1.
El concepto de nación y de "nacionalidad histórica"..........................................
9
2. Los
rasgos culturales e históricos..............................................................
9
3.
La peculiaridad de la organización territorial actual.........................................
11
III.
PODERES Y ACTORES SOCIALES EN LA TRANSICIÓN...............................
13
A.
Colaboracion de la Iglesia: La era del nacional catolicismo...................................
13
1.
El colaboracionismo católico:..................................................................
13
2.
La Iglesia de los setenta: Iglesia y transición.................................................
14
3.
La Iglesia en la sociedad secular...............................................................
15
B.
El ejército: de instrumento de poder al de defensor de
las instituciones democráticas..... 16
1.
La función ideologica del ejército al finalizar
la guerra civil................................ 16
2.
Un papel aminorado por el desarrollo........................................................
17
3.
El ejército y la salida de la dictadura..........................................................
18
4.
Hacia un ejército profesional...................................................................
18
IV.
CULTURA Y PRÁCTICAS CULTURALES...................................................
19
A.
1975: El reencuentro con una cultura perdida..................................................
20
B.
Tradición y modernidad...........................................................................
20
C.
¿Una cultura democrática ?......................................................................
21
CONCLUSIÓN...........................................................................................
22
La
muerte del viejo dictador introducía varias incóngitas,
y ante ellas, los socios europeos de España perfirieron adoptar
una actitud de vigilia para ver hacia que rumbo España se dirigía.
El rápido afianzamiento del juego democrático y el fuerte
crecimiento económico fueron dos bazas que permitieron a los
sucesivos gobiernos arrimar a España al bloque occidental, pero
no fueron las únicas.
En
este capítulo nos centraremos en la evolución política
de España en la era democrática. Analizaremos en un primer
tiempo los distintos gobiernos que se sucedieron así como sus
realizaciones antes de centrarnos en la peculiaridad del sistema ideado
en la Constitución de 1978 (II). Ahora bien, la transición
democrática no hubiera sido un éxito si los dos pilares
del régimen nacionalcatólico no habían modificado
su papel en la sociedad y analizaremos por lo tanto de forma retrospectiva
las distintas posturas adoptadas por la Iglesia y el ejército
en el marco de la sociedad franquista y postfranquista. Por fin este
panorama de la España tal y como se presenta en el siglo XXI
exige analizar rápidamente las prácticas culturales en
el marco de esta nueva sociedad (IV).
Al
muerte del dictador, fue Carlos Arias Navarro quien continuó
presidiendo el gobierno. Tarea dificil en un momento en que las aspiraciones
mas variadas de los españoles se hacían luz. Este personaje,
producto de los serivicios de seguridad y de poca relevancia no podía
pensar en otros moldes que los que había creado el franquismo.
Elementos jóvenes como Adolfo Suárez o Alfonso Osorio
plantearon la necesidad de realizar una reforma institucional y de realizarla
no desde arriba (opción que defendía Manuel Fraga), sino
de forma concertada con la oposición. El gobierno Arias Navarro
intentó suavizar el marco del franquismo, pero tan lentamente
que pronto se encontró en desfase con la opinión pública,
deseosa de ensanchar los límites de sus libertades políticas.
ETA multiplicaba entonces sus atentados y, por otra parte, disturbios
del orden público como en Vitoria o en Montejurra en 1976-1977
mostraban la necesidad de abrir las puertas a reformas profundas. Todo
el mundo ponía sus esperanzas en el joven monarca.
Durante el verano
de 1976, A. Suárez fue ascendido a jefe del nuevo gobierno.
Se trataba de un elemento del movimiento nacional, católico
practicante, pero joven, lo que simbolizaba la accesión de
una nueva generación al poder. Dotado de grandes cualidades
para crear el consenso, sus capacidades de comunicación
le permitieron muy rápidamente superar el descontento de los
medios de comunicación y de parte importante de la población.
A principios de septiembrede 1976 el tono estaba dado con la ley
de reforma politica que reconocía unos derechos
humanos intangibles y convocaba elecciones, para elegir un congeso
de diputado y un senado al sufragio universal. Abría un futuro
nuevo y aún incierto para España, pero las señales
de cambio se volvían realidad. A pesar de un activismo continuo
de los grupos terroristas (los GRAPO de extrema izquierda y sobre
todo de ETA : el 70% de los atentados en España entre 1976
y 1980 son la responsabilidad de ETA.), el gobierno de Suárez
tuvo el valor de realizar la legalización del PCE (prohibido
bajo el franquismo), lo cual levantaba la última hipóteca
antes de las primeras elecciones generales.
El 15 de diciembre de 1977, tenían lugar las primeras elecciones
libres desde 1936, para la asamblea constitucional : cuatro
de cada cinco (4/5) españoles vota. Desaparece la extema derecha
y los demócratas cristianos, señal de la "laicización"
de la sociedad. Dominan los partidos del centro, en particular la
U.C.D. (Unión del Centro Derecho) de Adolfo Suárez,
quien emprende a partir de entonces un segundo mandato. Este segundo
gobierno de A. Suarez, hubo de llevar a cabo la negociaciones sobre
la Constitución aprobada el 6 de diciembre de 1978 por el pueblo
español. El éxito de la UCD vuelve a producirse en las
elecciones de 1979. El periodo de gracia no obstante toca a su fin :
la falta de audacia en la cuestión de las autonomías
y las propias divergencias internas a la UCD provocan la caída
del gobierno de Suarez el 29 de enero de 1981.
En
ese contexto particularmente delicado de primera crisis gubernamental
fue cuando el ejército intentó declararse garante del
orden público. La reactivación de la cuestión autonómica
y del activismo de ETA, interesada en debilitar la autordidad del gobierno
para llevarlo a negociar direcamente con ella, planteaba la cuestión
de un posible desmembramiento de España para los sectores más
conservadores. En la noche del 23 al 24 de febrero de 1981, durante
la sesion de investidura del sucesor de Suárez, el coronel Tejero y otros miembros de la Guardia civil, irrumpieron
en el congreso y reclamándose del rey, pedían la suspensión
del orden constitucional y la creación de una junta militar para
presidir al futuro de España. Durante toda la noche, la actitud
del rey fue una incógnita y solo al amanecer, una vez cerciorado
del apoyo de una mayora de guarniciones, pidió Juan Carlos I
que se restableciera el orden constitucional, lo cual se hizo con una
facilidad que sorprendió a todos los actores políticos.
El
27 de febrero, o sea tres días después de la "intentona"
, convocado por los partidos políticos, el pueblo desfilaba por
las calles para manifestar su apego a la democracia. Si la transición
pudo crear en los españoles cierto sentimiento de desengaño,
de desencanto y de frustración ante la inadecuación entre
las aspiraciones (muy diversas) y las realizaciones concretas, un consenso
claro existía en torno a la Constitución y a las libertades
fundamentales. El orden democrático había vencido. Afianzados
por este apoyo masivo, los socialistas llevarán a cabo las principales
reformas de la sociedad para integrar España en el concierto
mundial y en la Comunidad Europea.
En
octubre de 1982, los socalistas vencen las eleciones, aprovechándose
de la debilidad de la UCD y del PCE que atraviesa una profunda crisis
ideológica, al distanciarse del modelo soviético (a diferencia
del Partido Comunista Francés que inicia su reconversión
solo en los años 1990). Con 40 años, el líder socialista
Felipe Gonzalez, dirige el gobierno con el PSOE y llevará a cabo
la modernización del aparato productivo español y de las
instituciones.
-
desafío económico: ante la situacion
heredada (inflación, déficit público, deuda exterior,…)
los socalistas llevaron a cabo una politica de ajuste económico
que se prolongó hasta 1985
y procedieron a la reconversión de las empresas del sector público
de los sectores siderúrgico, metalúrgico y naval. Se abstuvieron
de cualquier nacionalización, mostrando en eso mucha distancia
con respecto a sus homólogos franceses. El efecto del reajuste
económico fue particularmente impopular en las
clases obreras, con varias decenas de miles de parados. Pero esos cambios
eran necesarios para ajustar el aparato productivo a las necesidades
de la economía de los años 80 y también supo
el gobierno socalista llevar al cabo la modernización de la sociedad.
-
libertades : los derechos de la personas
se consolidaron : en 1983 se aprobó el proyecto de ley que
legalizaba el aborto (aunque su alcance fue limitado por un recurso
ante el tribunal constitucional). La reforma del código penal,
las garantías concedidas a los presos, la regulación del
derecho de asilio (hasta entonces inexistente : España hasta
los años 1980 era una tierra de emigración y no de inmigración),
marcaron uno de los grandes hitos de la década, así como
la ampliación de las garantías individuales concedidas
por la Constitución.
-
política exterior: en 1983, a pesar de
las fuertes oposiciones del ala radical del PSOE, España integra
la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte),
y modera sobradamente su discurso de apoyo a los países latinoamericanos
de izquierdas (Nicaragua, Cuba). Era el primer paso
para la integración de España en el conjunto europeo.
El
segundo paso se dio en torno a los años 1983-1984 cuando Francia
optó por impulsar el centro de gravedad de la Comunidad Europea
(CE) hacia el Mediterráneo y contrarrestar así las pretensiones
alemanas hacia Europa central. En 1986, España integraba la CE,
en un momento en que ya destacaba por su tasa de crecimiento de un 0,5%
superior a la media del resto de los países europeos. En 1992,
la celebración de la Exposición universal (la "Expo")
y de los Juegos Olímpicos, hicieron de España la sede
de toda una serie de manifestaciones culturales que le valieron el reconocimiento
internacional y que modificaron sustancialmente la imagen de España
en el extranjero ; ya no la imagen heredada del franquismo, de
un país a la zaga de los países desarrollados, caracterizado
por su foclore y su paisaje romántico (toros, flamenco, etc..) :
España se imponía a partir de entonces por su modernidad
y por la calidad de su cultura tanto a nivel musical, como a nivel del
diseño, de la literatura o del cine, que la movida
ya había dado a conocer.
-
transformación decisiva del marco del Estado:
la España de las autonomias, cuya realización prevista
por la Constitución suponia una evolución constante, resultado
de un equilibrio entre aspiraciones de los autonómicas y del
gobierno central. La mayoría de los estatutos se negociaron en
1981-1983, con transferencia de competencias propias, en particular
fiscales, lo cual generó graves disparidades entre las autonomías.
Por eso en 1984 un fondo de Compensación interterritorial vino
a ayudar aquellas regiones deficitarias.
A
pesar de esas realizaciones en tres legislaturas (elecciones de 1982,
1986 y 1992), el PSOE fue perdiendo el apoyo de los estudiantes, de
los sindicatos y de las clases medias. Mas aun, casos de corrupción
salpicaron la credibilidad del gobierno. Pero más que todo, las
revelaciones de la prensa sobre los GAL (Grupos Antiterroristas
de Liberación, organización secreta paramilitar
dirigida por la Guardia civil y coordenada por el Ministerio de Interior)
desacreditaba definitivamente el gobierno socialista, en un contexto
económico y social bastante mediocre. Esta guerra sucia no aplacó
sino, todo lo contrario, aferró ciertos sectores vascos al apoyo
a ETA y revelaba además las profundas carencias del un grupo
de prohombres que habían logrado, hasta entonces, hacer
avanzar España en el teatro de las libertades y del desarrollo.
En
1993, un conglomerado de patidos de derecha, reunidos por la audacia
de un personaje curiosamente poco carismático, José
María AZNAR, marcó la vuelta al poder de la derecha.
Pero los temores de una vuleta a los valores del franquismo no se verificiaron.
Si el PP (Partido popular) facilitó la penetración del
Opus Dei en la alta Administración, las incógnitas en
cuanto a los valores democráticos fueron rápidamente despejadas.
El PP supo capitalizar el apoyo popular y quitar toda ambigüedad
en cuanto sus ideales democráticos. Ademas, el hecho de que necesitara
en el Congreso el apoyo de Convergencia i Unió (CiU), partido
autonomista catalán dirigido entonces por Pujol, le obligó
a moderar sus posiciones centralistas y a proseguir el proceso
de devolución de competencias a las comunidades, en conformidad
con los principios asentados en la Constitución de 1978. A nivel
económico se caracterizó por un apoyo muy fuerte al sector
bancario y de servicios facilitando la penetración de grandes
compañías españolas en el mercado latinoamericano
(Telefónica, BBV, etc…).
El
texto había sido aprobado el 31 de agosto de 1978 en el Congreso
por 325 votos a favor, 6 en contra y 14 abstenciones (entre las que
figuran las del PNV – Partido nacional vasco), y en el Senado
por 226 votos a favor, 5 en contra y 8 abstenciones.
El
6 de diciembre de 1978 el pueblo español aprobaba el texto
con resultados preocupantes: el 33% del censo se abstiene y por esto los sí
(15,7 millones) significan un 58% del censo total y los no (1,4 millones)
un 8%. La Constitución es finalmente sancionada en
el Congreso de los Diputados por el Rey Juan Carlos I.
A
pesar de ello, la Constitución de 1978 es la primera que se alcanza
en España por consenso,
un consenso ensayado en los Pactos de la Moncloa y hallado en pocas
otras situaciones. A esto se suma su larga vigencia, hecho también
este único en la historia de España.
No
obstante, se trata de un texto particularmente largo : 11 títulos,
109 artículos más disposiciones anejas y transitorias,
a veces particularmente complejas. Pero la situación de España
que salía de un profundo letargo político exigía
un texto que
1.
encorsetara aspiraciones espontáneas y excesivas
2.
permitiera una evolución en armonía con los cambios operados
en las mentalidades y en la sociedad.
-
las influencias : las constituciones españolas
de 1812 y de 1931, textos entre los más liberales de la historia
de la península ibérica pero también el texto francés
en cuanto a la referencia a los derechos humanos y al alemán
de posguerra en cuanto al poder concedido a las comunidades (véase
más bajo)
-
las libertades: el titulo 1° hace referencia
a los derechos humanos y a las
libertades de los españoles, elevadas a rango de principio consitucional,
lo cual constituía una innovación y una garantía
contra posibles vueltas hacia atrás o tentaciones autoritarias
como la situación de la que acababa de salir el país.
Además, innovaba sustancialmente al reconocerse el Estado español
como un Estado aconfesional (a la diferencia de la Constitución
de 1812) [1]
Organización de los poderes según
la Constitución |
 |
-
el sistema polític : el sistema adoptado es una monarquía
parlamentaria, donde la monarquía tiene un papel
moderador y artbitral. De hecho, fuera del golpe del 23F (23
de febrero de 1981) el rey no destacó por su protagonismo en
las dos últimas décadas. Su papel es más bien
protocolario en el marco de las instituciones démocráticas.
El sistema es bicameral, en
el que el Congreso de diputados tiene mayor numero de prerrogativas
y de poderes frente al Senado que aparece como una corte de segunda
lectura, por naturaleza más conservador que el Congreso puesto
que sus miembros son elegidos al sufragio universal indirecto y que
las zonas rurales tienen mayor representación.
-
Por fin, el titulo octavo, respecto a la organización
territorial del Estado fue el mas innovador, tanto dentro de España,
como dentro de la constituciones existentes en Europa : los españoles,
creaban un nuevo contorno al marco administrativo, disociando Estado
y nación, y reconociendo una forma evolutiva a éste y
a sus relaciones con los componentes.
El
rasgo acaso más original de la Constitución de 1978 reside
en la organización territorial innovadora del Estado español,
a medio camino entre el sistema centralista (francés) y
el modelo federal (alemán), donde existe un proceso abierto
de devolución de competencias desde la autoridad central a las
periferias. España es en efecto un país que, en su historia
desde la época medieval, no conoció un proceso centralizador
semejante al de Francia que alcanzó su máximo esplendor
con el proyecto jacobino durante la revolución francesa. En España
al contrario, a pesar de una tentación de Castilla por integrar
los reinos circundantes desde la Edad Media y centralizar la organización
política del Estado, ese proceso chocó con un sistema
identitario profundamente arraigado en las regiones perífericas
más particularmente, con el que no logró acabar el franquismo.
Según la escuela alemana el concepto de nación se
funda en la sangre, es decir la "raza" según la terminología
del siglo XIX. Según la escuela francesa, Renan
en particular, el concepto de nación arraiga de una voluntad
de vivir juntos (concepción abierta e integradora propia
del modelo de la República francesa). Se opone al concepto alemán
fundado en al sangre. Pero de hecho, los expertos en sociología
política conciden en que el sentimiento nacional suele afirmarse
cuando existe en una zona geográfica delimitada, una población
o un grupo étnico homogéneo, una historia común
y una lengua propia, siendo el factor linguistico muchas veces un elementos
federador.
Por
eso se impuso en la Constitución de 1978 el vocablo de "nacionalidades
históricas" para designar las "identidades históricas
y culturales que forman la Nación y el Estado españoles".
Las nacionalidades históricas (Cataluña,
País Vasco y Galicia) poseen una lengua y una cultura vernáculas
y tradición autonómica político administrativa.
A continuación, veremos las principales nacionalidades históricas,
así como otras autonomías que reivindican una peculiaridad
cultural frente a Castilla.
En España en los siglos XVIII-XIX aún, varias provincias
conservaron instituciones políticas o jurídicas propias,
distintas de las de Castilla y conservaron sus lenguas vernáculas.
En particular:
-
- los vascos:
pueblo establecido en las dos vertientes de los pirineos (francés
y español). Hablan un idioma que no es indoeuropeo, lo que deja
suponer que su asentamiento es anterior al de los íberos. Si
no hubo nunca ningún reino vasco, en cambio sí resistieron
a las dominaciones sucesivas de los romanos, visigodos y árabes.
La corona de Castilla logró sojuzgarlos en los siglos XIV y XV,
pero conservaban sus fueros, y cada monarca al aceder
al trono debía jurar respetarlos. Hasta 1876 conservaron esos
privilegios (exención de ciertos impuestos, instituciones jurídicas
propias, organización política peculiar) que perdieron
en castigo a la sublevación de parte del pueblo vasco durante
las guerras carlistas bajo Alfonso XII.
-
Cataluña:
en los siglos XIII y XIV, Cataluña se convirtió en la
primera potencia del Mediterráneo occidental, y extendió
su dominación a Baleares, al País Valenciano, Sardeña
y Sicilia. Extendió su dominación por todo el Mediterráneo,
hasta el siglo XV cuando por motivos dinasticos, tuvo que unirse al
reino castellano. En la España unificada del siglo XVI que
se desintersaba por el Mediterráneo y se lanzaba en la aventura
colonial y atlántica (carrera de Indias), Cataluña pasó
a un papel marginal, pero conservó un profundo apego a sus tradiciones
seculares y a su lengua que procede del mismo origen que la lengua "d'oc".
En 1640, se produjo una tentativa de rebelión contra la centralización
creciente castellana, y ante ésta, ciertos grupos aragoneses
hablaban de secesión : la población se rebeló contra
Felipe IV y el reino de Aragón se ofreció al rey francés,
Luis XIII. A pesar de la violenta represión llevada a cabo, siguieron
manifestando un gran recelo contra la centralización operada
por los borbones a partir del siglo XVIII. Aragón perdió
definitivamente sus fueros en 1714, pero el catalán siguió
muy practicado con sus variantes locales en Baleares, y en el País
Valenciano.
-
Galicia fue muy
rápidamente agregada al reino de León en el siglo X y
luego a Castilla. No obstante, permaneció una zona de dificíl
aceso, lo cual permitió que las tradiciones se conservaran allí
con fuerte ahinco, en particular su lengua el gallego, muy próximo
al portugués (forma parte de la denominadas lenguas galaicoportuguesas).
-
En cuanto a Andalucía fue directamente incorporada al reino de Castilla a
medida que la reconquista progresaba. No tiene lengua propia sino un
acento particular y rasgos culturales propios – o reivindicados
como tales - que la distinguen del resto de España : constituía
en efecto una unidad geográfica apartada del resto de Castilla
por la Sierra Morena y que desarrollo rasgos propios. Y es cierto que
desde el imperio romano existía como provincia determinada (la
Bética). Luego conservó de su periodo árabe un
evidente orgullo y fue afirmando su propia peculiaridad, aunque no hubo
realmente instituciones diferentes de las de Castilla.
-
Islas Canarias: colonizadas
a finales de Edad Media : la población originaria, los guanches,
fue progresivamente exterminada. Las islas Canarias sirvieron de base
para conquista del América y también de "laboratorio"
de los cultivos de tipo colonial, que luego fueron generalizados a toda
América.
Todo
el problema de los constituyentes en 1978 fue adaptar el marco del Estado
a las reivindicaciones nacionales, particularmente fuertes en Cataluña,
que bajo la IIa República había logrado recibir
el estatuo de Mancomunidad, extendido
al País Vasco en 1936, por una república que estaba en
el ocaso y que había lanzado esa medida para intentar granjearse
el apoyo de la población vasca, más bien conservadora.
La
estructura autonómica queda configurada en dos
grandes bloques de autonomías :
1. aquellas que accedieron
al estatuo de autonomía por el articulo 143 de la Constitución
pasaron a gestionar un conjunto muy variado de competencias: obras
públicas, servicios
sociales, y fomento del
desarollo económico entre
las más destacadas. Este sistema afecta a 10 comunidades
en total : Aragón, Asturias, Baleares, Cantabria, Castilla
y León, Castilla la Mancha, Extremadura, Madrid, Murcia y la
Rioja.
2. El segundo grupo
está constituido por las 7 comunidades restantes: las de régimen
foral (País Vasco y Navarra; Andalucía, Canarias, Cataluña,
Galicia y la Comunidad Valenciana, que forman las nacionalidades históricas
(País vasco, Cataluña, Galicia) o zonas de fuerte identidad
regional, es decir donde existe una tradición si no autonomista,
de reividicación de un particularismo cultural. Consiguieron
sus competencias mediante el artículo 151 de Constitución
que supone un acceso más rápido al estatuto de autonomía
y que les permitió recibir la gestión, además de
las competencias del primer grupo, de las de educación y sanidad.
Ese
traspaso de competencias se acompañó de la descentralización
del gasto público Entre 1981 y 1988 el peso del gobierno central
en los gastos publicos paso del 88% al 67%, recibiendo en
el mismo tiempo las autonomías mayores conceptos de ingresos
fiscales.
Como
aparece claramente indicado en el artiuclo 149, el Estado español
(el estado "central") conserva competencia en las principales
materias que definen la soberanía : relaciones exteriores,
ejército, moneda. Además de las competencias que aseguran
el gran principio liberal que tanto tardó en imponerse en España
en el siglo XIX : la "isonomía" es decir el hecho
de que todos los ciudadanos estén a equidistancia ante la ley,
es decir regidos por una misma ley sea cual sea la zona en la que se
encuentran, lo cual garantiza la igualdad de trato (ciertas excepciones
existen a nivel de ciertas autonomías en derecho civil, en cambio
a nivel penal, las leyes se aplican a nivel nacional).
La Constitución prevé además que el Estado pueda
conceder nuevas competencias a las comunidades, en su conjunto o a algunas
específicamente. Actualmente una pugna muy fuerte tiene lugar
entre los catalanes y el gobierno de centro derecho de José María
Aznar para que se concedan mayores compentencias a la Generalitat
de Catalunya. Con los vascos, la violencia callejera (la "kale
borroka") en las ciudades así como el activismo de ETA,
reforzado por una fuerte división de los partidos nacionalistas,
impide toda negociación pública sobre este tema. Sobre
todo, en las recientes elecciones autonómicas, ciertos discursos
a favor de la independencia (y ya no mayor autonomía) dejaron
temer una degradación aun mayor del clima político.
Sin
embargo, la misma constitución exige del Estado que intervenga
para aminorar las disparidades antre las diferentes autonomías
a través de mecanismos de reajuste y redistribución de
fondos.
En resumidas cuentas los españoles lograron superar el desafío
de este final de siglo con éxito, abriendo paso a una nueva concepción
de Estado que podría servir de modelo a la Union Europea, que
esta aun en busca de sus propias marcas y de un modelo de Estado. La
UE se caracteriza en efecto por el hecho de ser una "repúbica
sin estado". Los españoles lograron crear un Estado sin
nación predominante, pero donde conviven las diversas naciones
presentes. Los problemas del estado francés con Córsega,
las vacilaciones del gobierno socialista francés a la hora de
ratificar la carta de las lenguas regionales en 1999, muestran que a
pesar del peso del pasado reciente, España supo dar cara a los
retos del siglo XXI y hacer prueba de flexibilidad y audacia en el tratamiento
de las cuestiones más sensibles.
Las
opciones escogidas por los españoles a la muerte de Franco explican
sobradamente el éxito de la transición democrática
y la entrada de España en el campo de los países occidentales
desarrollados. Este proceso fue también el resultado de la adhesión
de los dos pilares que constituían en el sistema franquista el
ejército y la Iglesia. Su evolución y su integración
dentro del marco del Estado de derecho, es también uno de los
componenentes principales que explica la capacidad de España
para dar la espalda al pasado. Las prácticas culturales de los
españoles hoy en día muestran en cierta medida los profundos
cambios operados en las mentalidades, aunque para ciertos autores, revela
más bien el fracaso de las ideologías y del compromiso
político, ante la necesidad de notar que las clases sociales
que apoyaron el sistema franquista fueron las mismas que apoyaron el
afianzamiento de las instituciones démocráticas.
La
Iglesia operó una revisión a fondo de sus relaciones con
el poder: abandonó su intervencionismo en la política
para adoptar el papel retraído, interviniendo únicamente
en los temas relacionados con la religión y la moral en
el marco de una sociedad secularizada.
Desde 1945 y el nombramiento al cargo de ministro de asuntos exteriores
a un miembro destacado de la Acción Católica Alberto Martín
Atajo y la negociación del concordato [2] en 1953 habían
confirmado el peso central de la Iglesia dentro del sistema franquista.
La presencia de colaboracionistas católicos en el gobierno no
modifico en nada la linea antidemocratica del régimen muy al
contrario, pues según los responables episcopales las circunstancias
exigían un poder fuerte en España ante la situación
por la que atravesaba el país.
En 1956, Laureano López Rodó, con el apoyo de Carrero
Blanco accedía a la presidencia del gobierno. Señal de
un cambio que la entrada de seis economistas en 1957 confirmaba. Este
cambio prerparaba la entrada masiva de ministros tecnócratas
en el gobierno en 1965 y 1969. Todos estaban estrechamente vinculados
al Opus Dei: instituto seglar, reconocido por el papado en 1943,
tenía por vocación dar a los legos una formación
doctrinal y espiritual para permitirles ejerecer un apostolado
en su vida profesional y sus relaciones sociales. De cierto modo, ese
movimiento se comporta como una secta que se infiltra la sociedad y
recluta a sus miembros de forma secreta, mermando su influencia
en los centros de poder y de decisión. Reserva una atención
particular a las élites, vector de la sanctificación de
la sociedad. La Iglesia se desplegó, pues, dentro del aparato
de gobierno mediante esos legos (laïcs), en los que se había
apoyado Franco, para dotar a su país de las bases de una modernización
económica.
Efecto
del Concilio Vaticano II (1962-1965) reunido por Juan XXIII que aspira
al renacer espiritual y a la justicia social, la Iglesia española
se acercaba a la sociedad a partir de los años setenta y abandona
su actitud de colaboracionismo activo. En las conferencias episcopales
de 1973 y 1975, a pesar de la existencia de una fuerte corriente
conservadora, los documentos adoptados traducen un cambio de mentalidad
de la Iglesia. La mayoría de los dos tercios de los miembros
se pronunciaba contra el espiritu y la letra del concordato de 1953
y se declaraba a favor del pluralismo político y sindical, del
respeto de los derechos humanos,… Como lo señala Guy Hermet,
la evolución de la Iglesia en un entorno represivo y autoritario
condujo una parte importante de sus mbros a pasar de una función
de legitimación del régimen a una función
contestatoria y tribuniciana muy
ajena a su tradición.
En
1975, el cardenal Taracón apoyaba fuertemente al rey Juan Carlos
I en su acesión al trono. La Iglesia aceptaba una redefinición
de los principios fundamentales de la esferas política
y religiosa. Con los acuerdos de julio de 1976, la Santa Sede y el gobierno acordaron que el nombramiento
de los obispos competía exclusivamente al Vaticano y en una dotación
al clero español, con una suma equivalente en 1991 al 0,5%
de los impuestos de las personas físicas. La Iglesia reconocía
el principio de libertad religiosa consagrada por la Constitución y renunciaba a participar en el debate político. Con esa nueva actitud, la Iglesia logró librarse
de la mancha de una pasado reciente y ya no se hallaba en desfase frente
al desarrollo histórico. Por primera vez en la historia española
contemporánea, frente a un cambio tan crucial como el de los
años 1975-1980, no apareció la eterna bipolarización
de la sociedad entre clericales y anticlericales. La Iglesia manifestó
su rechazo del golpe de Estado de 1981 y acogió la victoria socialista
de 1982 con una aparente serenidad.
Esa aparente serenidad, se debe tal vez a la evolución de la
sociedad. La deconfesionalización del Estado se acompaña
de una relativa decristianización de la sociedad. Las encuestas
sobre las practicas religiosas de los españoles muestran el apego
a una religión más intima y menos institucional. Las relaciones
con la Iglesia no están rotas sino distendidas, flojas.
Por
cierto los españoles, según el sociólogo Martín
Patiño, siguen los más practicantes de Europa tras los
irlandeses pero antes de los italianos y dejan lejos atrás a
los ingleses o a los franceses. Pero sólo un cuarto de los españoles
se define como practicante. Un 15% de los españoles mayores de
18 años se definía como no creyente en 1985. Y la fractura
se observa en los jóvenes : el 53 % de los no practicantes
o no creyentes tienen entre 18 y 29 años.
De hecho, las nuevas generaciones manifiestan un muy fuerte sentimiento
personal de la religión, sentida como acto individual , que prescinde
de la intercesión y subordinación a la Iglesia.
Se le reprocha a la institución eclesiástica estar en
desfase con la evolución de la sociedad, de tener una posición
retrógrada sobre los grandes planteamientos como el Sida, el
aborto,... pero también sobre temas como el papel de la mujer
en la sociedad. Se le repocha la falta de compromiso social, la falta
de solidaridad con los pobres y los marginados. La Iglesia de hecho
ha perdido su capacidad de dirección de nuevas generaciones de
hombres y de mujeres. Emerge una nueva conciencia moral, independiente
de las decisiones de la jerarquía catolica, en el seno de grupos
sociales como las mujeres. Esas mujeres que constituyeron históricamente
un grupo que obedeció a las directivas de los eclesiásticos,
a semejanza de varios grupos sociales de diversa extracción social
pero que hoy proclaman su autonomía. Y lo hacen sin perder su
identidad individual y colectiva de creyentes y católicos, y
sin recurrir a enfrentamientos radicales.
De
hecho, progresivamente se impuso en las mentalidades una diferencia
muy grande entre la esfera pública y privada del individuo, escapando
ésta al control institucional. Ese fenómeno está
particularmente marcado a nivel de la sexualidad, durante mucho tiempo
regida y controlada por una iglesia siempre conservadora y constantemente
interesada en intervenir en el campo de la moralidad pública.
No obstante la sociedad española manifestó cierta distanciación
ante esas prescripciones morales, ante el peso de las tradiciones y
del pensamiento conservador o reaccionario. El divorcio (legalizado
en 1981), el aborto (despenalizado bajo ciertas conciones en octubre
de 1983) la homosexualidad, la imagen y desnudez del cuerpo recuperado
por la moda y la publicidad, etc… Son casos a veces extremos pero
que demuestran que la sociedad española reaccionó como
una sociedad secularizada, lega en los hechos : volvió las
espaldas al orden moral franquista, ya antes de que el Estado sancionara
este estado de hecho por la Constitución y una serie de leyes.
Ni
en 1931, ni en 1975 o en 1978 España había dejado de ser
católica. Pero los españoles individualmente en sus prácticas,
y el Estado institucionalmente a través de su legislación,
trazaban una linea de demarcación entre el espacio público
que releva del poder y la esfera privada que releva de las personas
y de las conciencias. Así se impuso el sistema de sociedad lega
sin choqes ni violencia, cuando bajo la IIa República
la separación del Estado y de la Iglesia había propiciado
una actitud de rechazo de los círculos católicos a la
política republicana y acelerado la degradación de la
situacion poíticosocial.
Veinticinco
años después de la muerte del dictador, el instrumento
del que se sirvió para acceder al poder y mantener su régimen,
tarda en deshacerse de una imagen pegajosa y poco gloriosa de pilar
esencial del régimen franquista. El prestigio de la profesión
ha estado duraderamente muy bajo y el ejército ya no es
sentido como uno de los poderes de base de la sociedad.
Conviene
no obstante recordar que la victoria de la coalición franquista
no fue la del ejército como tal, sino de una fracción
del ejército. Muchos oficiales pagaron con su vida su rechazo
de la insurrección. Otros, como el general Vicente Rojo, ocuparon
las más altas funciones dentro del ejército republicano.
Fueron esencialmente los generales africanos, quienes consituyeron con
Franco el estado mayor de la rebelión (Mola, Sanjurjo, etc.).
Acabada
la guerra, la epuración tocó a los miembros del ejercito,
asi como los otros grandes cuerpos del Estado. Unos 5.000 oficiales
sospechosos por sus ideas masónicas, republicanas o simplemente
liberales fueron destituidos. En cambio, se facilitó el acceso
a los jóvenes militantes de extrema derecha (ultras) que se habían
alistado en el bando insurrecto. Cerca de 10.000 de ésos fueron
integrados en el ejército entre 1939 y 1948. El Caudillo, se
garantizaba de ésta forma promociones de jóvenes oficiales
adictos. Estos jóvenes oficiales estaban además íntimamente
convencidos de que su misión primordial era luchar contra el
enemigo interior. Fueron una de las bazas de Franco para sentar
su autoridad sobre sus rivales. Así, los utilizó
contra los oficiales monarquistas, quienes multiplicaron las presiones
entre 1943 y 1946 para que Don Juan subiera al trono.
Por primera vez en la historia de España en 1940 se instauraba la "mili",
es decir el servicio militar obligatorio, servicio de dos años,
igual para todos los jóvenes. Este servicio tenía una
finalidad patriótica y social. Por una parte, permitía
moldear el espíritu de los jóvenes; pero el ejército
de jóvenes reclutas se caracterizó entonces sobre todo
por su intervención en campos sociales: distribución de
alimentos de primera necesidad, ayuda médical, etc...
La única función realmente militar del ejército,
fuera de la defensa del territorio contra una improbable invasión,
la constituyó la lucha contra los movimientos de guerrilla, pero
fue llevada principalmente a cabo por la Guardia Civil
(que es un cuerpo del ejército, a semejanza de la gendarmerie
en Francia). El ejército contaba con más de 300.000 soldados,
pero con poco armamento y material vetusto además, hasta el inicio
de la cooperación militar americana a partir de 1956. Siguió
siendo un ejército sin función claramente determinada
en la sociedad.
Eso no impidió que el ejército desempeñara una
función ideológica central dentro del aparato de Estado,
hasta entrados los años 50. La casi totalidad de los ministros
procedían del ejército y fue durante los años de
aislamiento internacional cuando la presencia militar fue la mas fuerte
en todos los niveles de la sociedad.
Los años 1950 fueron marcados por la entrada en el gobierno de
los flamantes economistas procedentes del Opus Dei. La necesidad de
reformar el peso del ejército se hacía patente. Sus efectivos
eran demasiado altos para la mision que tenía. Demasiados oficiales
habían sido nombrados al final de la guerra, sin afectación
determinada. Se imponía la necesidad de reducir el peso y la
importancia de los militares en la vida civil, pero hasta la transición
demócratica esta reforma no pudo ver el día, debido al
peso del aparato militar dentro del sistema franquista. Salvo se logró
aminorar el peso de los militares en los gabinetes ministeriales.
Sin
embargo, la evolución del país hacia la sociedad de consumo,
no dejaba de preocupar sobremanera a los militares. Denunciaban los
efectos perniciosos del modelo de vida europeo y estadounidense e interpelaban
a los dirigentes para saber porqué el régimen no les daba
los medios para realizar su tarea interna , es decir el control ideológico.
En torno a mediados de los años 60, el almirante Carrero Blanco
empezaba una redefinición de la misión del Ejército.
Esta se fundaba hasta entonces sobre el enemigo interno y la seguridad
externa del país estaba de cierta forma confiada al "protector"
americano. Pero a pesar de cierta modernización del Ejército,
este siguió asumiendo una función interna. Y eso se nota
en el aumento constante de los presupuestos de la guardia civil a partir
de 1963, que confirman que la conservación del orden sigue siendo
la función primoridal y primera del ejército
En
efecto, hasta la transición demócratica, los altos mandos
seguían con la misma idea que las FFAA (fuerzas armadas)
eran las garantes del orden y de la unidad del país. Por eso
la jerarquía militar controló de muy cerca el proceso
de salida de la dictadura. En 1977, Adolfo Suárez heredaba de
los cuatro ministros militares del precedente gobierno de Arias Navarro.
Les convenció de la necesidad de reforma del ejército,
pero no pudo evitar la dimisión del general De Santiago y del
almirante Pita da Veiga, cuando se legalizaron el PCE y los sindicatos
de izquierdas. Sólo en 1977, gracias a la legitimación
del sufragio universal se llevó a cabo la reorganización
del ejército y por primera vez en cuarenta años el que
dirigía el ministerio de Defensa no era un militar.
La
Constitución de 1978 va a definir la función del ejército
de forma precisa : las fuerzas armadas están subordinadas
a los partidos políticos, a los sindicatos y organizaciones patronales.
Sobre todo ya no son fuerzas de orden público (es decir que la
policía ya no está integrada al ejército, salvo
la Guardia civil). Su papel se define así en el texto constitucional
: "garantizar la soberanía e independencia, defender
su integridad territorial y el ordenamiento constitucional".
Ya no se habla de unidad de la patria o unidad nacional como antes,
ni segurdidad nacional.
Por fin, ultima piedra para rematar el edificio: los militares ya no
gozan de privilegio jurisdiccional para los delitos de carácter
político: los sublevados de 1981 y los que en 1982 intentaron
liquidar unos cien oficiales considerados como altamente sospechosos,
fueron juzgados por la justicia civil y cargaron graves penas.
En 1981, España integraba la OTAN. A pesar de las protestas que
pudo generar esta decisión en España, la orientación
atlantista queda patente, en particular a nivel de la concentración
muy fuerte de dispositivos militares y tropas en el Sur (Levante, Andalucía,...),
un despliegue que parece señalar África del Norte como
única fuente posible de tensiones. En 1988 integra la UEO (Unión
de Europa occidental, sola organización europea de defensa).
El ejército asumió, pues, su función en una sociedad
democrática. Abandonó su pretensión a regir la
sociedad y a intervenir en el debate público y se atuvo a la
defensa del territorio y la prevención de conflictos al participar
a operaciones al exterior. La presencia de tropas en el Golfo en 1989,
en Bosnia y en Kosovo más recientemente manifiestan la ruptura
con las antiguas doctrinas militaristas y el éxito de España
en el terreno diplomático.
Desde la legislatura del jefe de gobierno J.M. Aznar, se inició
la transformación del ejército en ejército profesional.
Por cierto, siendo la mili particularmente mal vista por los españoles,
parecía una necesidad orientarse hacia este sistema, impuesto
además por la especialización creciente de aquella profesión.
La "mili" era en efecto una de las más duras de Europa
occidental : duraba hasta este año (2001) 2 años,
era extremadamente violenta (cada año, se contaba con una media
de 150 muertos y 30 suicidios). La objeción de conciencia
era elegida por unos 30.000 jóvenes cada año en estos
últimos tiempos, a la par que se desarrollaba de forma cada vez
mas fuerte un movimiento de insumisos (déserteurs), en particular en el País
Vasco.
Así, ambos pilares del regimen franquista "nacionalcatólico"
llevaron a cabo una revisión radical de sus pretensions a regir
y dirigir a la sociedad española. Hasta tal punto que el modelo
español de "transición democrática" es
a menudo presentado como modelo para los países que parecen encaminarse
hacia el abandono de regímenes militares y autoritarios aunque
no deja, sin embargo, de ser una enigma. Sigue siendo un modelo en la
medida en que ahorró al pueblo español la caza de brujas,
habituales cuando se produce semejante colpaso de un sistema y facilitó
el hecho de que los militares volvieran a sus cuarteles y se desinteresaran
de la política.
Este
contexto muy particular condujo a una apreciación totalmente
nueva de la España de hoy y conviene analizar más particularmente
la especificidad de la cultura española contemporánea,
poniendo en perspectiva las principales tendencias y evoluciones en
el campo de las prácticas culturales.
Con entusiasmo en 1975, España volvió a descbrir
la unidad de una cultura mutilada, y recuperó al mismo tiempo las obras de sus
autores exiliados, la poesía de Rafael Albertí, las pelícuas
de Buñuel (Viridiana), las obras de Pablo Picasso
cuyo Guernica integró
el Prado en 1981 y recientemente el Reina Sofía, Miró, etc...
Esta voluntad del público y de la sociedad de volver sobre un
pasado ocultado, se manifiesta a partir de 1975 ya, con la publicación
del estudio de José Luis Abellán sobre El exilio
español de 1939.
Junto con esa reivindicación de su cultura desgarrada por las
condiciones históricas, la España de las últimas
décadas del siglo quiso recuperar una presencia internacional,
y más particularmente europea. El año 1992 marcó
efectivamente la definitiva incorporación dela cultura española
a la europea, siendo aquel año Madrid, capital cultural europea,
junto con la Exposición Universal de Sevilla y los juegos Olímpicos
de Barcelona. España daba la espalda al pasado y a la imagen
aún vigente de un país asolado por la miseria y la represión
y mostraba al mundo una cara nueva, con una alto nivel de desarrollo
económico y social y una cultura dinámica y original.
El auge de la literatura española contemporánea traducida
a los principales idiomas, el éxito de las producciones españolas
en las muestras internacionales de diseño, en la moda y el ciné
(con el éxito de Pedro Almodóvar, primer español
recompensado en los Oscares) para citar sólo esos sectores manifiestan
la vigencia de esta cultura profundamente novedosa e interesada por
nuevos medios expresivos. Esta tendencia en los distintos campos artísticos
muestra que el franquismo sólo fue un paréntesis
entre 1939 y 1975 y que entre las creaciones artísticas de la
IIa República y las de hoy existe una continuidad
innegable.
Las
transformaciones que conoció España desde 1975 configuraron
un país en cambio, pero se registra un fenómeno
de inercia y el peso de estructuras en ciertas zonas. Es el caso en
particular en la repartición sociogeográfica de las prácticas
culturales. Sean cuales sean los criterios escogidos (libro, música,
pintura,...) una linea que va de Santander a Alicante parece dividir
España. En el Norte (País Vasco) y en el Este (Cataluña
y Barcelona más particularmente, Valencia, Baleares, La Rioja
y Aragón), las practicas son elevadas y diversificadas. En el
sur y el oeste, fuera de Sevilla y Madrid, se encuentran provincias
muy por debajo de las medias nacionales en materia de consumo de bienes
culturales. Sin embargo esa diversidad y el contraste entre esas dos
Españas, es menor de lo que podría pensarse. Las modas
recientes y jóvenes, del flamenco y de la sevillana por ejemplo,
muestran la vuelta de la tradición. El apego a las fiestas populares
y religiosas, a pesar de las nuevas formas del sentir religioso, lo
confirma.
La transición democratica, la entrada en la CE (1986), las transformaciones
sociales y políticas, lejos de borrar o diluir una
pretendida "identidad española", provocaron más
bien una vuelta a las raíces culturales, muchísimo mas
vivaz y profunda que la banalización folclórica que había
instrumentalizado el franquismo. Además, la liberalización
de los comportamientos, unido a una fuerte apertura sobre el exterior
y a una fuerte necesidad en renovación culutral, condujo a nuevas
prácticas culturales. En particular a la constelación
de manifestaciones artísticas en torno a la movida, contracultura
de los años 1980, pudo ser el efecto tardío y hedonista,
según J.-C. Mainer, de un mayo del 1968 que España no
conoció directamente. Frente a un culto arcaizante del franquismo
por formas estereotipadas del folclore localista (cf las zarzuelas),
respondía así la sociedad con aspiraciones crecientes
a un cosmopolitismo cultural y una despreocupación creciente.
El
balance se impone hoy en día. Los éxitos llevados a cabo
en el campo político y económico condujo sociólogos
e intelectuales a interrogarse sobre los fundamentos de una pretendida
cultura democrática. Y los diagnósticos son severos. El
franquismo no fue un fenómeno impuesto por arriba. Segun José
Carlos Mainer, (La cultura española en el postfranquismo
Amell-García Castaneda (dir), ed. Crítica, Barcelona)
el franquismo correspondió con las esperas de las clases medias
que le dictaron sus prejuicios, su fanatismo y sus temores. Da a entender
que le fenómeno franquista no fue impuesto desde arriba y por
la violencia, sino que fue la expresión y manifestación
de los miedos, creencias y costumbres de parte importante de la sociedad.
Invita Mainer a considerar los fundamentos culturales y sociales que
Franco había hallado en las clases medias. Lo cual conduce a
interrogarse sobre esos grupos, que se reconvirtieron en los "yuppies"
de los años 1980, que sentían la ncesidad de meterse a
la hora europea y asumir esa modernidad ante tan fuertemente combatida.
De allí que ciertos sociólogos hablen de "cultura
portátil" (Castaneda), que designa la
vieja cultura dirigida por la Iglesia, luego por las élites
y la dictadura y luego fundida en una cultura democrática, dirigida
esa vez por las leyes de un mercado cada vez más manipulado e
inconsistente.
De esa transformación proceden varios aspectos paradójicos
de la cultura española de hoy, a la vez complaciente y rigurosa,
violenta y vacilante sobre su pasado, dividida entre proyectos contrarios
para su futuro.
Particularmente
marcada por las experiencias desastrosas a lo largo del siglo XIX y
del siglo XX, que oscilaban entre experimentos sociales radicales y
el conservadurismo políticorreligioso, España supo a partir
de los años 1960 poner cara al futuro. Si el reto para alcanzar
esta sociedad democrática tan anhelada tuvo su precio y supuso
la amnistía para los crímenes cometidos durante el régimen
franquista, permitió ahorrarles a los españoles una caza
de brujas que pudo haber minado los cimientos aún vacilantes
de la sociedad civil que descubría con cierto asombro el ejercicio
de las libertades fundamentales. En esto es a menudo presentado como
modelo para países que salen de regímenes dictatoriales.
Por
otra parte, representa también un modelo en lo que toca las autonomías,
que dan a las provincias un papel cada vez mayor, y que podría
servir de base de reflexión dentro de la Unión Europea,
en la que el papel del Estado central es cada vez menor. La existencia
de una verdadera "república" europea para no poder
su identidad y la riqueza de sus componentes tendría, según
ciertos analistas, que evolucionar para dar paso a una Europa de las
regiones. A pesar de la immportancia concedida por los medios de comunicación
a la acción terrorista de ETA, se trata un problema puntual y
de un grupo minoritario que rechaza un sistema decentralizado que ha
mostrado su éxito en la casi totalidad de las autonomías.
No deja de ser enigmático par ciertos analistas el "reciclaje"
y el apego tan fuerte a un sistema democrático, tras más
de 30 años de dictadura militar.
Los
cambios operados en el campo económico fueron radicales a partir
de los años 1960 y profundizados a partir de la liberalización
de la sociedad, hasta tal punto que economistas hoy en día no
dudan en hablar de "milagro económico", con respecto
a las pocas bazas y estado lamentable de las principales infraestructuras
españolas durante la primera mitad del siglo. Hoy el modelo de
economía liberal se impone como en el resto de la Unión
europea y el gobierno Aznar es en este sentido uno de los más
fervorosos partidarios de la liberalización de los servicios,
ocasionando en repetidas ocasiones en estos útlimos tiempos fricciones
con países más sensibles al papel del Estado de bienestar
como Francia. A nivel social, el crecimiento económico y la liberalización
avanzada de la sociedad no deben ocultar la persistencia de ciertos
retos aún no salvados, presentes en otros países europeos
también, pero de forma más aguda en España debido
a la rapidez de los cambios operados : así,
-
la protección de la mujer : unas cifras: España
es el país de Europa donde existe el mayor número de defunciones
de mujeres por malos tratos infligidos por sus compañeros. La
legislación sobre el aborto es una de las más conservadoras
de Europa a la vez que España es el país europeo que tiene
la menor tasa de natalidad, debido a la falta de legislación
e instrumentos jurídicos que permitan a una mujer compaginar
la vida familiar con la vida profesional.
-
la drogadicción y del alcohol que esta tomando
proporciones preocupantes, y que son una respuesta a un sentimiento
de abandono y de desencanto de todo un sector de la sociedad, generalemente
juvenil y de los marginados de los frutos del crecimiento económico.
-
la situación de los gitanos, cuya integración
en Castilla sigue aún siendo muy problemática,
-
el nuevo reto de la inmigración, siendo España
por su posición unos de los sitios donde la presión de
la inmigración clandestina es mayor. La ley de extranjería
adoptada en el año 2000 revela la apuesta por soluciones represivas,
cuando queda claro que España necesitará en los próximos
años acoger un numero mayor de inmigrantes para contrarrestar
la crisis de natalidad.
Ahora
bien, si hasta los años 1980 España fue mirada con cierto
recelo y desprecio por sus vecinos europeos, hoy en día es uno
de los países más activos de la Unión europea,
que aspira a ser uno de los motores de la construcción europea,
ante la degradación de las relaciones francoalemanas a propósito
del futuro político de la Unión. España asume a
partir del 1 de enero de 2002 la presidencia de la U.E. y ha adoptado
como lema "Más europa",
manifestando abiertamente su adhesión a los proyectos de mayor
integración política y económica y queda claro,
que tratándose de unos de los mejores "alumnos" según
la Comisión europea, que logró con éxito pasar
el reto de la integración al espacio Schengen y del Euro, España
jugará en los próximos años un papel central en
el seno de las instituciones europeas e internacionales.
[2] El Concordato no limitó la tendencia
autoritaria del régimen para orientarlo hacia un Estado
de derecho ni procuró realmente hacerlo. Vino sobre todo
a garantizar cierto número de privilegios a la Iglesia :
en el concordato (tratado entre un Estado y el Vaticano respecto al
estatuto de la religión católica) de 1953 la religión
católica se definía como religión del Estado español,
con importantes poderes de control sobre la vida civil (matrimonio,
divorcio, y muy notables ventajas materiales y fiscales, presentadas
como una contraparte a la desamortización pasada).