El nombre común es el arquetipo del símbolo remático. La
presencia de la palabra "silla" por un lector que conoce la lengua
suscita en su mente el concepto general de silla. Esto presupone que,
con anterioridad, reagrupó bajo ese término su experiencia personal de
un cierto número de objetos (sillas reales) constituyéndolas en clase a
partir de los caracteres comunes que poseen (patas, asiento, espaldar,
etc...). Esto presupone también que ha aceptado o interiorizado (por
inculcación pedagógica en el sentido amplio de aprendizaje social) la
convención social según la cual esta clase está etiquetada con la
palabra "silla".
Resulta claro que en ese caso el nombre no tiene ninguna clase de
motivación respecto de las sillas particulares que constituyen la clase
representada. La razón de esto es que una clase de objetos es un ser de
otra naturaleza absolutamente distinta de cada uno de los objetos
singulares que la constituyen. Por ejemplo, no tiene ninguna
materialidad, es pura construcción de la mente (este es por otra parte
lo que quiere decir la palabra "concepto"). La relación que vincula la
formación del nombre "silla" con su objeto (el concepto de silla) se
construye en cada uno de los usos de la palabra; en ese sentido se dice
que la presencia de la palabra, el concepto y la determinación de la
mente que asegura completamente su relación constituyen una tríada
auténtica.
Ocurre lo mismo con la palabra "fénix" o la palabra
"unicornio" salvo que la experiencia de la que se trata no se llevó a
cabo en el mundo físico (la naturaleza) sino en un mundo ya informado
por el lenguaje (la cultura) en el que las descripciones del fénix o del
unicornio son muy conocidas.
Un ejemplo igualmente importante es
el del verbo. Una formulación del verbo "amar" suscita en la
mente la imagen de una persona que ama a otra o ama algo. Este hecho
presupone el agrupamiento de la experiencia personal (un conjunto de
relaciones vividas que tienen cierta cualidad) y la interiorización de
la convención social según la cual ese conjunto se clasifica bajo la
palabra "amar". Este verbo concierne hechos relativos a dos existentes
(hechos diádicos); está provisto de dos valencias o indicadores-de-lugar
que podrán ocupar existentes convenientemente elegidos y apuntados "_1
ama 2_". Para los hechos monádicos la valencia será uno (ejemplo: "
_dormir") y para los hechos triádicos será tres (ejemplo "1 da_2
a _3". La reducción triádica nos asegura
que los verbos de esos tres tipos deben alcanzar para describir los
hechos, inclusive los que conciernen a más de tres existentes.
Los
símbolos remáticos pueden ser visuales o sonoros: en la ruta las balizas
de preferencia de paso, los semáforos, las sirenas de los bomberos o de
las ambulancias representan sus objetos (conceptos) como ocurre con los
nombres comunes al mismo tiempo que vemos a menudo un corazón situado en
una frase en el lugar y situación del verbo amar.
Es importante
señalar los llamados casos "degenerados" del símbolo. Son el
símbolo singular, en el que la clase de existentes contiene un solo
elemento que significa convencionalmente por alguna de sus cualidades
(por ejemplo la Torre Eiffel que significa París o el Guernica de
Picasso que significa el terror franquista) y el símbolo abstracto que
significa por una sola cualidad, el Chevalier Bayard sin miedo ni tacha
que significa el coraje o Harpagon que significa la avaricia.
Todo símbolo remático encierra necesariamente un
legisigno indicial remático y un legisigno
icónico. Cada una de sus formalizaciones es un sinsigno
indicial remático que dirige la atención hacia el concepto general
que presenta. Opera como una especie de apuntador en la memoria a largo
plazo que almacena las experiencias categorizándolas.
Indice de la zona roja. Recorrido aconsejado.