Tomemos todavía una vez más nuestro ejemplo de Peirce:
premisas: - Todos los porotos de esta bolsa son blancos
- Estos porotos son blancos
conclusión: - Estos porotos
provienen de esta bolsa.
Vemos en este ejemplo que las premisas no
garantizan nada aunque la conclusión se afirme. A primera vista no hay
ninguna razón lógica que sostenga ese argumento (no está fundada en la
razón); otras conclusiones son posibles. Sin embargo el mismo se
fundamenta en el hecho de que esas otras conclusiones estarían, podría
decirse, aún menos fundamentadas ya que su posibilidad no estaría
fehacientemente asegurada en las premisas. Si hubiese, por ejemplo,
otras bolsas acerca de cuya composición no se sabe nada, es decir que
los porotos provienen de una de esas bolsas estaría aún menos
fundamentado. El argumento abductivo consiste en prescribir la hipótesis
más razonable teniendo en cuenta aquello que se sabe gracias a las
premisas y la necesidad de enunciar una conclusión en circunstancias
problemáticas.
El argumento abductivo evidentemente es débil pero
puede ser perfectamente válido, lo que lo sitúa en la teoría de la
inferencia y no en la psicología. No es una idea que germina
aleatoriamente en una mente sino una operación de la mente que coloca
razonablemente si bien no racionalmente una regla o una ley por encima
de un hecho. El argumento abductivo pertenece al orden de la invención,
de la creación autocontrolada de conocimientos nuevos. Por él se
efectúan todos los progresos y se lo encuentra en el orígen de todo
saber nuevo. Claro está que puede validarse por inducción
(verificaciones experimentales por ejemplo) a través de sus
consecuencias necesarias obtenidas por deducción.
Indice de la zona roja. Recorrido aconsejado.