¿CUAL ES LA SEMIOTICA DEL ACTO DE LECTURA?

El sentido no es inmanente al texto. Se elabora en el transcurso del proceso de lectura y depende de la competencia del lector. Para A. J. Greimas, el sentido es la desembocadura del recorrido generativo, es entonces un ya-instalado, inscripto en estructuras a priori de la significación. En la semiótica peirceana, es el resultado de un proceso (semiosis) que toma en cuenta diferentes niveles de lectura, para un lector dado. La pluralidad de las significaciones posibles está limitada, sin embargo, por restricciones interpretantes.

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El acto de lectura, construir la significación de un texto es establecer una relación entre los signos lingüísticos y sus objetos por medio de un conjunto de interpretantes. El sentido es la desembocadura de un proceso semiótico de interpretación. De un modo demasiado simple para hablar de un proceso ya complejo, puede decirse que "construir la significación" de un texto es "construir el objeto del discurso". El objeto es en efecto una construcción del lector que por experiencia anterior de los signos y de su combinatoria adquirió una determinada competencia para interpretar el propuesto a su lectura. Esos signos constitutivos elementales categorizados por la faneroscopía peirceana, se presentan, en un primer análisis, como un hojaldrado de tres niveles jerarquizados y vinculados entre ellos. Nosotros los llamamos "iconicidad" en el nivel de la primeridad, "factualidad" en el nivel de la segundidad e "intelección" en el nivel de la terceidad. Describir el acto de lectura o semiosis consiste en establecer cómo esos diferentes niveles cooperan para producir un sentido.

Esos tres niveles se reencuentran, en las preguntas planteadas por el docente al alumno. En el marco de un texto narrativo, es relativamente fácil para un alumno responder a preguntas que apuntan a la factualidad. Detectar hechos, enumerar acontecimientos, decir "lo que ocurre", cuál es la "historia" está al alcance del alumno, en la inmediatez de su lectura. En la segundidad o mundo de los existentes, al tratarse de un simulacro de realidad, se lo encuentra fácilmente al detectar a los personajes nombrados y sus acciones, encuadradas por los marcadores espacio-temporales. Estos signos no exigen sólo una interpretación mínima a menudo unívoca mientras que los signos íconicos o simbólicos requieren otros tipos de experiencias entre otras las que conciernen al empleo de los signos en lo escrito y sobre todo en el discurso literario. Los signos factuales son signos sumamente explícitos en los que se refugian los alumnos. Para un alumno es más difícil responder a preguntas que conciernen a la iconicidad. En el ámbito de las sensaciones, de las impresiones, de las "qualities of feeling". Identificarlas supone poder establecer una correspondencia entre "las cualidades de los sentimientos" sugeridas por los signos icónicos y las que producirían sus objetos si estuvieran presentes. Esta interpretación de signos implícitos exige todo un hábito del lector que resulta de un aprendizaje del empleo de sus signos y de las correspondencias sobre las que se funda y que se actualizan en el momento de la lectura.

Otra cuestión es responder a preguntas que conciernen a la categoría de la intelección que es la de la explicación, de la argumentación, de la abstracción de los conceptos que gobiernan a los hechos y a los sentimientos, de la combinatoria de esos conceptos; este tercer nivel puede asegurar la integración de los otros dos y su totalización.

Esta concepción del texto y de su interpretación permite comprender la disparidad y la variedad de los niveles de lectura que podemos observar en nuestras clases.

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